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viernes, 11 de noviembre de 2011

Apolo venciendo a la serpiente Pitón / Eugéne Delacroix

Reales museos de Bruselas

Eugéne Delacroix
El artista escenifica la victoria de Apolo sobre la serpiente Pitón, monstruo que tenía su antro en Delfos, cuya comarca asolaba. Apolo, desde su carro, la mata a flechazos y luego sitúa en Delfos su propio oráculo. La necesidad de llenar un espacio tan amplio, el gran techo de la Galería de Apolo en el Palacio del Louvre, obligó a Delacroix a incluir numerosas figuras, entre las que se identifica a dioses del Olimpo como Júpiter, Mercurio y Vulcano, Minerva y Venus, así como espíritus celestiales e infernales e incluso un tigre en violentísimo escorzo. Todo ello en un verdadero torbellino de actitudes y movimientos. Naturalmente, una obra tan compleja debió obligar al artista a realizar varios bocetos, uno de los cuales es este, que podríamos considerar como el definitivo, tanto por sus apreciables dimensiones como por la fidelidad con que en la ejecución final se ajustó a esta composición. La diferencia fundamental está, como es lógico, en el acabado, en la mayor acentuación de color y en los contrastes luminosos que presenta la obra grande, de tan enormes dimensiones, ocho metros por siete y medio, para ser contemplada a distancia.

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