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miércoles, 31 de octubre de 2012

Autorretrato con paleta / Édouard Manet

Colección Particular

Édouard Manet
Manet se presenta en este autorretrato más como un burgués que como un artista. Su elegante traje oscuro y su sombrero negro difícilmente hacen suponer que estaría pintando de esa manera en el estudio. Además, porta la paleta en la mano derecha y el pincel en la izquierda, prueba irrefutable de que emplea un espejo para pintarse. Su figura se recorta sobre un fondo neutro, como venía siendo habitual en la mayor parte de sus primeras obras. Se ilumina con un fuerte fogonazo de luz procedente de la izquierda, igual que hacían sus queridos maestros españoles del Barroco, a los que tanto admiraría en sus visitas al Prado. Las gamas oscuras empleadas son un recurso extraño en estos momentos en que el Impresionismo marca buena parte de su producción. Sin embargo, es muy característica la pincelada rápida empleada, casi como si se tratase de pequeñas comas que organizan la composición, igual que un puzzle. La penetrante mirada del pintor atrae la atención del espectador, demostrando su habilidad para captar las personalidades de los modelos, elemento imprescindible de un buen retratista.

Arlequín / Paul Cézanne

Colección Particular

Paul Cézanne
En el invierno de 1888 Cézanne se interesó por la realización de un cuadro con temática carnavalesca -Martes de carnaval- inspirado posiblemente en las fiestas de Aix. Para ello pidió a su hijo Paul y a uno de sus amigos, Louis Guillaume, que posaran como Arlequín y Pierrot respectivamente, personajes de la "Commedia dell´Arte" que ya había utilizado entre otros pintores Antonie Watteau. En su afán de perfeccionamiento, el maestro de Aix empleó dos años en realizar la tela, ejecutando numerosos bocetos preparatorios como éste que contemplamos. La figura de Arlequín presenta un rostro tremendamente deformado, convirtiéndose en un claro precedente para las obras de la época rosa de Picasso. Pero la deformación no sólo alcanza al rostro sino que también llega a las alargadas piernas o los brazos, especialmente el que sostiene la palmeta. El joven se sitúa en un espacio indeterminado, construido a base de pinceladas de variados colores con los que se estructura tanto el suelo como la pared del fondo. El traje presenta los tradicionales rombos con los que se ayuda el artista para alcanzar la geometrización que estaba buscando después de superar la etapa impresionista.

Arlequín / Paul Cézanne

National Gallery de Washington

Paul Cézanne
Desde el siglo XVIII los pintores sintieron especial admiración por los personajes de la "Comedia del arte" entre los que estaba arlequín. Autores como Watteau, Goya o Daumier mostraron en alguna ocasión esta representación teatral, siendo ya en el siglo XX Picasso quien recupere el asunto, especialmente en su época rosa. Cézanne puede servir de puente entre estas dos etapas, interesándose en varias ocasiones por el tema del arlequín. La figura posa en una estancia, sosteniendo un bastón blanco bajo su brazo derecho. Avanza una de sus piernas para otorgar mayor dinamismo a la pose y entrelaza sus manos, forzando de esta manera las deformaciones anatómicas de la figura. El rostro manifiesta un evidente aspecto de máscara, anticipando las obras cubistas de Picasso. La geometrización se presenta en los rombos del traje y en la disposición de los trazos de color, aplicados de manera contundente. Se renuncia a las aportaciones impresionistas respecto a la luz, el color y las atmósferas para buscar nuevas formulaciones respecto al color y los volúmenes.

lunes, 29 de octubre de 2012

Antes de la salida / Edgar Degas

Museo D’Orsay

Edgar Degas
Los pintores realistas sintieron una enorme atracción por la vida moderna, especialmente por las escenas populares, como los campesinos de Millet, los vagones de tercera clase de Daumier o los picapedreros de Courbet. Degas se interesará por la vida de la clase burguesa, suponiendo esto una ruptura con el Realismo tradicional y un acercamiento a los conceptos del Impresionismo. Por eso él adopta como tema de este cuadro - y de otros muchos más - las carreras de caballos. Los hipódromos estaban de moda en aquellos momentos entre los burgueses de París, por lo que Degas busca en ellos su inspiración. Bien es cierto que su atracción por los caballos le llevó a copiar estampas inglesas de hípica, así como los equinos que aparecían en los cuadros de Delacroix. Por eso los caballos son los protagonistas de esta fría y nublada tarde. Estamos en el momento previo a la salida, con los caballos en reposo. Los jinetes son aficionados, inventándose Degas los tonos de sus camisas para jugar con los colores. Precisamente una de las mayores atracciones del artista serán los colores, empleando en este caso unas tonalidades brillantes para conseguir un efecto más atrayente para el espectador; de esta manera contrasta con las tonalidades oscuras del fondo, que dominan la mayor parte de la escena. Tras los caballos hay un grupo de espectadores, intuyéndose los elegantes vestidos de las damas, los sombreros y las sombrillas, a pesar de la pincelada suelta empleada para conseguir un efecto de perspectiva. Una de las principales novedades es haber cortado los planos pictóricos, debido a la influencia de la fotografía, cada vez más habitual para los pintores. En 1882 Degas se propuso recomponer la obra y trabajó en ella intensamente; añadió las chimeneas del fondo para dar un efecto más moderno e introdujo pinceladas más sueltas en esta zona.

Antonin Proust / Édouard Manet

Toledo Museum of Art

Édouard Manet
Proust era uno de los mejores amigos de Manet. Se dedicó a proteger - dentro de sus posibilidades - al pintor, llegando a concederle la Legión de Honor durante su breve nombramiento como Ministro de Bellas Artes, en 1880. Manet retoma sus características figuras recortadas sobre un fondo neutro, inspiradas en la tradición - concretamente en Tiziano - que tanto empleaba en sus primeros años - el Filósofo o Torero muerto, por ejemplo -. Así, el modelo se funde con el fondo, por la similitud de las tonalidades del traje y de la pared. La alta capacidad como retratista que poseía Manet queda suficientemente demostrada en la captación de la personalidad del modelo, centrando su atención en el rostro y en las manos, iluminadas con un potente foco de luz, que contrasta con la oscuridad del traje. Aunque aparentemente la pincelada es muy rápida - el propio Proust llegó a comentar que Manet sacó el retrato de un sólo golpe - se aprecian los detalles de la levita, tanto los botones como la flor que pende de su solapa.

Almuerzo sobre la hierba / Paul Cézanne

Museo de L’Orangerie, Paris

Paul Cézanne
Las teorías impresionistas relacionadas con la luz y el color son aplicadas intensamente por Cézanne a sus obras, como podemos contemplar en esta escena. Las figuras se sitúan al aire libre, alrededor de los árboles, sirviendo como fondo la torre de una iglesia. La sombra, en tonalidades malvas, inunda la mayor parte de los personajes. Pero lo más sorprendente estaría en la manera de aplicar el color en el lienzo, con largas pinceladas que modelan las figuras, eliminando por completo los detalles. Las tonalidades empleadas por Cézanne son siempre muy vivas, especialmente las diferentes gamas de verde, añadiendo su complementario, el naranja. La evolución de esta manera de trabajar le llevará a anticipar el cubismo.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Almuerzo en el estudio / Édouard Manet

Neue Pinakothek de Múnich

Édouard Manet
Como pintor de la vida contemporánea, el artista muestra un almuerzo en su estudio, en el que se ve a su hijo, Léon Köella, y al pintor Auguste Rousselin interpretándose como un retrato doble. Tras ellos aparece una sirvienta, dispuesta a ofrecerles el café. El bodegón de primer plano relaciona a Manet con la pintura del Barroco holandés, uniendo así en este lienzo modernidad y tradición, como hace en otras obras como el Bebedor de absenta o Desayuno en la hierba. La misma influencia holandesa se aprecia en las armas depositadas en la zona izquierda del lienzo, una de las escasas referencias al estudio de un pintor, ya que el espacio que se observa es fácilmente identificable como el comedor de una de las muchas familias burguesas del París de fines del XIX, entre ellas la del propio Manet. Algunas interpretaciones consideran que las armas, vistas como emblemas vacíos de poder, y la mirada indiferente y altiva del joven estarían relacionadas, ironizando el pintor sobre los aires de superioridad de su propio hijo. Manet envuelve las figuras con una sensación atmosférica que recuerda a Las Meninas de Velázquez. No debemos olvidar que el artista sevillano era considerado por el francés como el pintor de los pintores. Incluso la captación psicológica de los modelos puede deberse a esa influencia. La composición se cierra con la pared del fondo, sobre la que se recortan las siluetas de las tres figuras. Los tonos empleados corresponden a una gama de grises, negros y blancos en contraste cromático, como ya había hecho a lo largo de su carrera. Fuera de esa gama, introduce notas de verde en las plantas, amarillo en el limón y algunos rojos en el macetero, donde se aprecia cierto aire oriental, muy de moda por esas fechas. El dibujismo y la minuciosidad de otras escenas dejan paso a una pincelada más rápida, aplicada casi como manchas de color y de luz. Precisamente la iluminación empleada sirve para reforzar la figura de Léon, dejando en semipenumbra al pintor e iluminando discretamente a la sirvienta.

Almacén de vinos desde la calle Jussieu / Paul Cézanne

Colección Particular

Paul Cézanne
En el otoño de 1871 Cézanne y su compañera, Hortense Fiquet, se mudan a la rue de Jussieu de París donde el 4 de enero del año siguiente nacerá el hijo de ambos, Paul. En este invierno realizará algunas vistas desde la ventana de su modesta casa, siendo ésta que contemplamos una de las más destacadas. El pintor nos presenta una vista del muelle de Bercy, con una serie de hileras de toneles y una fila de árboles en el centro. Tonalidades grises y marrones componen la escena, reflejando una sensación atmosférica típicamente impresionista, aunque no debemos dejar de lado la tensa situación que vivía en esos momentos el pintor, perfectamente reflejada en la tela. Su amigo Achille Emperaire dijo que Cézanne estaba "mal instalado y desamparado por todos". Será una de las escasas vistas urbanas pintadas por el maestro, utilizando un estilo similar al de Manet. La explosión impresionista llegará en el verano, al pintar con Pissarro en Pontoise y al año siguiente durante su estancia en Auvers, donde pintó la Casa del ahorcado.

lunes, 22 de octubre de 2012

Al borde del estanque / Paul Cézanne

Museo de Boston

Paul Cézanne
No son muy numerosas las escenas que pintó Cézanne relacionadas con la vida moderna, a diferencia de sus amigos impresionistas Renoir, Monet, Degas, Manet o Pissarro. El maestro de Aix nos presenta un grupo de figuras descansando al borde del estanque, posiblemente antes de hacer el habitual pic-nic de los días de descanso, costumbre tomada de una práctica aristocrática del siglo XVIII que continuaba sus cacerías matutinas con un festivo almuerzo. A pesar de mostrar cierto interés por la iluminación, la tela está construida en el estudio, tomando como inspiración láminas de época y los trabajos de sus amigos. Las figuras manifiestan una significativa sencillez en sus poses que contrasta con la rigidez compositiva de la escena. La obra se considera un trabajo de transición antes de entrar de lleno en la etapa impresionista tras la estancia en el verano de 1872 en Pontoise, junto a Pissarro. Algunos especialistas consideran que esta imagen también podría tratarse de una fantasía, al igual que sus trabajos románticos.

Álamos / Paul Cézanne

Museo D’Orsay

Paul Cézanne
Los árboles serán para Cézanne un especial motivo de inspiración. Muchos de ellos se convierten en el elemento principal de la composición como ocurre con estos álamos, construidos gracias al color. Tomando como fuentes el realismo y el impresionismo, el maestro de Aix alcanzará un estilo particular en el que la naturaleza ocupa el papel más destacado. Los álamos se distribuyen por el espacio en perspectiva, creando una línea serpenteante que finaliza en el monte del fondo, en sintonía con el sendero que observamos entre los troncos. La paleta es muy limitada pero la variedad de tonos hace de esta tela una de las más impactantes del maestro. Las pinceladas son aplicadas de dos maneras diferentes; en unas zonas son cortas y dinámicas mientras que en otras se convierten en fluidas, para crear una diversidad de trazos de gran impacto visual. El cielo ante el que se recorta la arboleda carece de nubes, sirviendo su tonalidad como contraste.

lunes, 15 de octubre de 2012

Venus y Cupidos / Salvador Dalí



Salvador Dalí
En los años 20 Dalí se empapa de las novedades de cubistas y futuristas aunque preocupado siempre por la disciplina técnica e interesado sobre todo por la pintura de Juan Gris y Picasso, cuyas influencias en el joven pintor se dejan notar con evidencia en este cuadro de 1925 y en algunos otros experimentos cubistas de la época. Dalí practica en esta obra paisajista de carácter mitológico el clasicismo mediterráneo de figuras sólidas afín al que practicaba Picasso por los mismos años. Hay que destacar sobre todo la que será imagen recurrente en muchas de sus obras: la espalda y trasero femeninos y el paisaje rocoso de la costa catalana.

Yo, retrato paisaje / Henri Julien Félix Rousseau

Galería Nacional de Praga  

Henri Julien Félix Rousseau 
Esta obra es más que una pintura; es un relato autobiográfico del mundo de ese artista independiente, de personalidad original, conocido por el sobrenombre de el Aduanero. Henri Rousseau se autorretrata de cuerpo entero sobre un muelle fluvial. A la izquierda empavesado con banderas de señales. Tras el puente se yerguen edificios erizados de chimeneas, de los que sobresale una gigantesca torre metálica, ingenua representación de la torre Eiffel. Pero lo más sorprendente es el cielo, en el que el pintor ha dispuesto nubes que se asemejan a las islas de un archipiélago; un globo aerostático deja constancia del interés del artista por los logros de su época. Los elementos constitutivos del paisaje ofrecen el espectro de la personalidad de Rousseau, quien se ha caracterizado a la manera tradicional, con el pincel y una paleta.

Retrato de William Sisley / Pierre-Auguste Renoir

Museo D’Orsay

Pierre-Auguste Renoir 
Padre de Alfred Sisley. Era inglés, mientras su madre era parisina. El retrato, de una pura vena realista, fue aceptado y expuesto en el Salón de 1865.

San Lucas / Frans Hals

Museo Estatal de Odesa

Frans Hals
En la cabeza del toro emblemático, el monograma: FH raspado y quizás acompañado por otras inscripciones, indescifrables; el fondo presenta extensos indicios de degaste y en la pintura se notan arrepentimientos. Abajo, a la derecha, el número 1895 del inventario redactado en 1773; en el ángulo opuesto: 1914, para el que no hallamos explicación.

Tempestad sobre el mar / Bonaventura Peeters

Galería Nacional de Praga



Bonaventura Peeters
Peeters describe en este caso la lucha de dos navíos de gran calado con un mar de olas gigantescas. Uno de ellos parece a punto de ser desarbolado, mientras que sobre la popa del restante se abaten enormes golpes de mar. La tripulación se halla en cubierta, afrontando impotente la mar montañosa que descarga sobre la proa. Las negras aguas hierven a impulsos de vientos huracanados, desgarrando la obra muerta de los bajeles. Al fondo de la composición aparece una costa montuosa que presagia el inminente naufragio de los barcos con los que juguetea la tempestad.

jueves, 11 de octubre de 2012

Tríptico de la Virgen, san Miguel y santa Catalina - Triptych of Mary and Child, St. Michael, and the Catherine - Jan Van Eyck

Tríptico de la Virgen, san Miguel y santa Catalina - Triptych of Mary and Child, St. Michael, and the Catherine - Jan Van Eyck -  Galería de pinturas de Dresde - Gemäldegalerie Alte Meister. Retablito portátil, destinado a la piedad particular de ese donante que aparece en la puerta de la izquierda, presentado por su patrono san Miguel. Las inscripciones que rodean los marcos de los tres paneles son poéticas alabanzas en latín. En el exterior de las puertas van pintadas en grisalla las dos figuras de la Anunciación, como es frecuente en esta clase de obras flamencas. En el borde inferior de la tabla central aparece, bien explícita, la firma del pintor con la fecha 1437. En la reproducción de santa Catalina, puerta de la derecha, podemos apreciar la precisión de los pormenores: los capiteles de complicada labra, los vidrios emplomados y sobre todo el placentero paisaje con un castillo que se ve a través de la ventana abierta. La santa lleva una afiligranada corona sobre sus rubios cabellos flotantes, viste un lujoso vestido a la moda de las cortes flamencas, muy apretado en el pecho y ceñido en el talle, haciendo destacar el vientre en tal forma que podría parecer una alusión al estado de gravidez, absurdo en el caso de la doncella alejandrina, por lo que insistimos en que se trata de una línea de moda en la indumentaria flamenca de aquel tiempo. Lee atentamente un libro, empuña con la mano derecha una hermosa espada y tiene a sus pies la rueda de cuchillos que es atributo de su martirio. La tabla central está compuesta con grandiosa majestad, dentro de una iglesia gótica de tres naves, con fustes de mármol en sus columnas, estatuillas bajo doseletes y una rica alfombra sobre el pavimento de azulejos. En ese marco está sentada la Virgen, vestida con amplio manto rojo y sosteniendo al Niño desnudo en sus brazos, bajo un dosel decorado con flores y leones. Una ampliación de la Madonna a tamaño bastante mayor que el del original nos permitiría apreciar la tersa calidad de la pintura, su ejecución primorosa en detalles minúsculos, la certera simplicidad con que se logra esa intensidad expresiva de los rostros. Análogas observaciones podrían hacerse respecto a la tabla de la izquierda, en la que el pintor se ha recreado sobre todo en la coraza del arcángel. Muy notable es el capitel con jinetes que se ve sobre la cabeza de éste.
Galería de pinturas de Dresde
1437
31 x 55 cm. Óleo sobre madera

Jan Van Eyck
Retablito portátil, destinado a la piedad particular de ese donante que aparece en la puerta de la izquierda, presentado por su patrono san Miguel. Las inscripciones que rodean los marcos de los tres paneles son poéticas alabanzas en latín. En el exterior de las puertas van pintadas en grisalla las dos figuras de la Anunciación, como es frecuente en esta clase de obras flamencas.
En el borde inferior de la tabla central aparece, bien explícita, la firma del pintor con la fecha 1437.
En la reproducción de santa Catalina, puerta de la derecha, podemos apreciar la precisión de los pormenores: los capiteles de complicada labra, los vidrios emplomados y sobre todo el placentero paisaje con un castillo que se ve a través de la ventana abierta. La santa lleva una afiligranada corona sobre sus rubios cabellos flotantes, viste un lujoso vestido a la moda de las cortes flamencas, muy apretado en el pecho y ceñido en el talle, haciendo destacar el vientre en tal forma que podría parecer una alusión al estado de gravidez, absurdo en el caso de la doncella alejandrina, por lo que insistimos en que se trata de una línea de moda en la indumentaria flamenca de aquel tiempo. Lee atentamente un libro, empuña con la mano derecha una hermosa espada y tiene a sus pies la rueda de cuchillos que es atributo de su martirio.
La tabla central está compuesta con grandiosa majestad, dentro de una iglesia gótica de tres naves, con fustes de mármol en sus columnas, estatuillas bajo doseletes y una rica alfombra sobre el pavimento de azulejos. En ese marco está sentada la Virgen, vestida con amplio manto rojo y sosteniendo al Niño desnudo en sus brazos, bajo un dosel decorado con flores y leones.
Una ampliación de la Madonna a tamaño bastante mayor que el del original nos permitiría apreciar la tersa calidad de la pintura, su ejecución primorosa en detalles minúsculos, la certera simplicidad con que se logra esa intensidad expresiva de los rostros.
Análogas observaciones podrían hacerse respecto a la tabla de la izquierda, en la que el pintor se ha recreado sobre todo en la coraza del arcángel. Muy notable es el capitel con jinetes que se ve sobre la cabeza de éste.


Obras de:
Jan Van Eyck
El cardenal Nicolás Albergati La Fuente de la Gracia La Virgen y el Niño en una iglesia
Retrato de Giovanni Arnolfini Tríptico de la Virgen, san Miguel y santa Catalina Virgen del canciller Rolin


miércoles, 10 de octubre de 2012

Retrato de Romaine Lacaux / Pierre-Auguste Renoir

Museum of Art, Cleveland


Pierre-Auguste Renoir
La hija del fabricante de terracotas Lacaux tiene una postura clásica, que la aproxima idealmente a los grandes retratos del siglo XVII, en particular a los de Velázquez.

Retrato de Léonard Renoir / Pierre-Auguste Renoir

Art Museum, Saint Louis


Pierre-Auguste Renoir
El padre de Pierre-Auguste había nacido en 1799 y murió en 1874. Sirviéndose de unos trazos netos y decididos, el artista ha concentrado su atención en los rasgos severos del padre, que tenía entonces cerca de setenta años, y una mirada orgullosa y decidida.

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