Jean-Dominique Ingres
Con un criterio casi escultórico, sitúa la figura femenina ante un fondo rocoso animado por plantas trepadoras, su actitud es de un estatismo monumental. El modelado se obtiene mediante suaves transiciones tonales, buscando una morbidez de acusada sensualidad. El conjunto, como casi todos los desnudos de Ingres, resulta yerto y rebuscado, e introduce un canon muy personal de belleza anatómica. Sus calidades dibujísticas acreditan la extraordinaria técnica de su autor.
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