Édouard Manet
La obra ilustra la evolución técnica del maestro, ejecutado al pastel sobre tela. La figura femenina, tratada en busto y en perfil, ha sido valorada por medio de toques difusos que tienden, más que a resaltar el volumen, a reflejar las vibraciones lumínicas. El procedimiento demuestra que el pintor no era ajeno a las ultimas tendencias aparecidas en el seno del impresionismo. Para este cuadro sirvió de modelo Irma Brunner, joven de origen vienés a quien Manet retrato en otras dos ocasione.
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