Galería
Nacional de Capodimonte
Masaccio
Preocupa al pintor construir las figuras bajo el peso de emociones que las humanizan, lo que comporta una total despreocupación por el detalle accesorio. Su máximo descubrimiento consiste en la utilización de la luz para la valoración de la anatomía, en ocasiones veladas por los ropajes. Como consecuencia, cada personaje posee una sólida individualidad y un clasicismo de austera monumentalidad. El interés por la perspectiva científica le conduce a ensayar audaces escorzos, por ejemplo en la figura del Cristo, cuyo cuello queda oculto –en virtud del punto de vista adoptado- por el relieve del tórax.
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