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miércoles, 30 de noviembre de 2011

En el jardín / Berthe Morisot

Museo Nacional de Estocolmo

Berthe Morisot
Berthe Morisot era la mujer que figuraba entre los “cinco o seis lunáticos” que en 1876 habían abierto una “exposición de lo que llaman pintura”, según las mordaces palabras del crítico de Le Figaro. Su afinidad con los impresionistas no era sólo estética, sino también familiar, puesto que estaba casada con un hermano de Édouard Manet. Es este un cuadro de factura deshecha, de pinceladas agresivas, de colores puros que se matizan mutuamente por su proximidad. Precisamente estas cualidades, negativas para las mentes formadas en el arte tradicional, son las que dan su limpidez, su precisión luminosa, su inefable armonía a este paisaje inconcreto en el que dos mujeres cogen flores bajo el triunfo de la luz.

En el circo Fernando - At the Cirque Fernando - The Ringmaster - Henri de Toulouse-Lautrec

En el circo Fernando - At the Cirque Fernando - The Ringmaster - Henri de Toulouse-Lautrec - Art Institute de Chicago, La visión de la realidad es fragmentaria; las figuras de los espectadores y de los clowns aparecen cortadas por los límites de la tela, sugiriendo la grandiosidad del escenario. La línea curva de la pista establece la trayectoria del caballo lanzado al galope, sobre cuyo lomo se dispone a evolucionar acrobáticamente la amazona. Por su parte, el director del número ecuestre, apropiadamente vestido de frac y caracterizado con un amplio bigote, fustiga a la montura, un percherón de sólida grupa. La escena ha sido descrita con un concepto casi fotográfico y, como es característico en su autor, un espíritu crítico –caricaturesco casi- predomina en la descripción de los personajes. La amazona es de rasgos vulgares que la edad se ha encargado de endurecer, mientras que el director de pista tiene aspecto porcino y adiposo.
Art Institute de Chicago
1887
100,3 x 161,3 cm. Óleo sobre lienzo

Henri de Toulouse-Lautrec
La visión de la realidad es fragmentaria; las figuras de los espectadores y de los clowns aparecen cortadas por los límites de la tela, sugiriendo la grandiosidad del escenario. La línea curva de la pista establece la trayectoria del caballo lanzado al galope, sobre cuyo lomo se dispone a evolucionar acrobáticamente la amazona. Por su parte, el director del número ecuestre, apropiadamente vestido de frac y caracterizado con un amplio bigote, fustiga a la montura, un percherón de sólida grupa. La escena ha sido descrita con un concepto casi fotográfico y, como es característico en su autor, un espíritu crítico –caricaturesco casi- predomina en la descripción de los personajes. La amazona es de rasgos vulgares que la edad se ha encargado de endurecer, mientras que el director de pista tiene aspecto porcino y adiposo.


Obras de:
Henri de Toulouse-Lautrec
Danza de la Goulue y Valentin-le-Désossé Danza moriscaEl almirante Viaud
El canapé En el circo FernandoEn el Moulin Rouge
Jane Avril bailando La camaLa clownesa Cha-U-Kao
La Goulue en el Moulin Rouge La mujer del boa negroMujeres bailando en el Moulin Rouge


El reino de las luces / René Magritte

Reales museos de Bruselas

René Magritte
Mediante el encuentro inesperado de cosas dispares, Magritte busca valores poéticos e incluso a veces llega a crear un clima de poesía a pesar de su apariencia desaliñada, que parece despreciar el oficio. Eminentemente poético, si bien de una poesía elemental y relamida, es este paisaje, con un alambicado estudio de iluminación artificial. Este cuadro está tratado de una manera minuciosa y pulcra, muy diferente a la rudeza que se aprecia en otras obras de su producción.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El martirio de san Livinio / Pedro Pablo Rubens

Reales Museos de Bruselas

Pedro Pablo Rubens
El asunto es de una extremada crueldad. El santo obispo ha sido asaltado por unos bandidos que lo someten a toda clase de torturas. En el momento recogido por el artista acaban de arrancarle la lengua que uno de los verdugos ofrece en las tenazas a la voracidad de un perro. Como en tantas composiciones barrocas la escena terrenal se contrapone a una visión celestial. Sobre las nubes contrasta la ira de los ángeles vengadores, que esgrimen el rayo destructor, con la dulzura de los angelotes que descienden portando la corona y la palma para el mártir. Todo ello crea una indescriptible tensión en esta gran obra, que bien puede llamarse magistral.

El hombre de alta mar / René Magritte

Reales museos de Bruselas

René Magritte
No es posible aplicar módulos racionales a la exégesis de este cuadro, cuya formulación pertenece al impulso secreto e íntimo del artista. Esta silueta humana, que parece que acaba de salir del mar que se aprecia al fondo, nos oculta su rostro y cualquier otro rasgo que pudiera apuntar una filiación. Es el ser humano en abstracto, rodeado por los fragmentos de una casa destruida: unos trozos del entarimado, de la chimenea, de una silla, de una ventana que todavía intenta abrir, aunque ya no existe. Todo ello basta para transmitir una sensación de angustia difusa al espectador, y quizá Magritte no pretendió otra cosa.

El Gran Canal de Venecia - The Grand Canal, Venice - Joseph Mallord William Turner

El Gran Canal de Venecia - The Grand Canal, Venice - Joseph Mallord William Turner - Metropolitan Museum de Nueva York. Más que ninguna otra de las ciudades visitadas en sus frecuentes viajes, Venecia subyugó al artista por combinar el agua, la venerable arquitectura de sus monumentos y un medio atmosférico extraordinariamente voluble. En esta vista, Turner eligió un lugar del Gran Canal próximo a la iglesia de Santa María della Salute, cuya fachada se percibe a la derecha. En el lado izquierdo, el campanile de San Marcos atraviesa la bruma caliginosa que invade el cuadro.
Metropolitan Museum de Nueva York
1835
91,4 x 122,2 cm. Óleo sobre lienzo

Joseph Mallord William Turner
Más que ninguna otra de las ciudades visitadas en sus frecuentes viajes, Venecia subyugó al artista por combinar el agua, la venerable arquitectura de sus monumentos y un medio atmosférico extraordinariamente voluble. En esta vista, Turner eligió un lugar del Gran Canal próximo a la iglesia de Santa María della Salute, cuya fachada se percibe a la derecha. En el lado izquierdo, el campanile de San Marcos atraviesa la bruma caliginosa que invade el cuadro.


Obras de:
Joseph Mallord William Turner
Agripina llega con las cenizas de Germánico Aníbal y su ejército cruzan los AlpesCerca de Venecia
Dido construye Cartago El castillo de CarnarvonEl Gran Canal de Venecia
El muelle viejo de Brighton El Temerario remolcado al dique secoLa batalla de Trafalgar, vista de los obenques del palo de mesana a estribor del Victory
La escollera de Calais La guerra. El exiliado y la lapaLa paz. Funerales en el mar
La travesía del arroyo Lluvia, vapor y velocidadNegreros arrojando por la borda a muertos moribundos. Llega un tifón
Pescadores en el mar RéguloRichmond Hill en el cumpleaños del Príncipe Regente
Tempestad de nieve Tormenta de nieve en el valle de AostaUlises se burla de Polifemo


martes, 22 de noviembre de 2011

Captura del Maragato por fray Pedro de Zaldivia / Francisco de Goya y Lucientes

Francisco de Goya y Lucientes

Art Institute de Chicago

Para componer esta curiosa secuencia, Goya se documentó en las noticias publicadas por la prensa en 1806, que dieron origen a numerosos grabados populares, a canciones y coplas de ciego. Los seis cuadritos pueden compararse, en efecto, a un cartel de los utilizados por ciegos y charlatanes para ilustrar en la plaza pública el relato de un episodio célebre, en general un horrendo crimen o la exégesis de un bandolero famoso.

El Maragato amenaza con su fusil


En la primera de estas composiciones aparece el bandido Maragato amenazando con su fusil al humilde monje. El malhechor se halla en una actitud crispada, como dispuesto a abrir fuego si fray Pedro opone resistencia. La actitud de éste, sumisa y atemorizada, no presagia el desenlace del episodio. La escena se halla iluminada por la claridad que trasciende de la puerta abierta de un mesón, desde la que tres personajes inmóviles contemplan el episodio. Al igual que en los restantes cuadros, Goya aplica a la narración una técnica rápida y somera, esboza las figuras con pinceladas que no hacen concesión al detalle y describe las fisonomías valorando tan sólo sus rasgos esenciales. La simplicidad de tal método revela la seguridad del autor, la confianza en sus recursos expresivos.

Fray Pedro ofrece sus zapatos al Maragato

La segunda composición de la serie muestra a ambos personajes en el mismo escenario. Han desaparecido las figuras del fondo, y el bandido Maragato, tranquilizado por la aparente sumisión del monje, sostiene el fusil con una sola mano para poder tomar con la izquierda el par de zapatos que le tiende fray Pedro. Éste expresa con su gesto resignación ante la pérdida de su única pertenencia. Para comprender el proceso narrativo, debe compararse este cuadro con el precedente. Se observará, en primer lugar, que el bandido ha avanzado su pierna derecha, dando así un paso necesario para el control de la situación. El fraile, por el contrario, parece iniciar un movimiento de retroceso. Tal procedimiento de ilación de las escenas es idéntico al utilizado por los actuales dibujantes de comics. Por otra parte, la atmósfera luminosa del escenario ha sufrido ciertos cambios; al desaparecer los espectadores, y sin razón aparente que lo justifique, la parte izquierda ha quedado sumida en la oscuridad.

Fray Pedro y el Maragato forcejean por el fusil

El nudo de la acción ha sido descrito en el tercer episodio. El Maragato y fray Pedro de Zaldivia se hallan enzarzados en un rudo forcejeo que tiene como objeto la posesión del fusil. Es evidente que el fraile, abandonada su humilde reserva, se ha abalanzado sobre su agresor, con cuyas fuerzas físicas está en medida de competir, siquiera por unos instantes. Puesto que el pintor describe al bandido de espaldas, no es posible saber si en su rostro se pinta la sorpresa ante la inesperada reacción del fraile, quien, al parecer, ocupa una posición ventajosa, más erguido que su oponente. La lucha se produce en el recinto de la cuadra, lo que indica que un cierto lapso de tiempo ha transcurrido entre este episodio y el que le precede.

Fray Pedro amenaza con el fusil al Maragato

Tendido en el suelo, atemorizado y, a la vez, incrédulo, el bandido Maragato contempla en el cuarto cuadro de la serie la transformación que se ha operado en la personalidad del humilde fraile. Tras haberle vencido en el forcejeo precedente, el franciscano le amenaza ahora con su propio fusil, del que se ha apropiado. Fray Pedro lo empuña resolutamente por el cañón, indicando su propósito de asestarle un contundente culatazo. Al cambio de situación corresponde asimismo un cambio de escenario, puesto que el fondo lo constituye otro de los muros de la cuadra. Con ello sugiere Goya los movimientos que, en el curso del forcejeo, han realizado ambos personajes sin salir de este recinto.

Fray Pedro dispara al Maragato en sus posaderas

No convencido todavía de la seriedad de los propósitos del fraile, en el penúltimo cuadro de la serie, el Maragato trata de recobrar su libertad. Sin duda aprovechando un descuido, ha emprendido la fuga; al exterior de la cuadra, fray Pedro lo detiene por el expeditivo procedimiento de dispararle un tiro en las posaderas. Goya ha captado el instante con visión fotográfica. El bandido parece aletear como un pájaro herido, interrumpida la fuga por la carga de plomo y todavía en su rostro la expresión de incredulidad. Al fondo, el caballo del Maragato, asustado por el estampido, se lanza a un desenfrenado galope.

Fray Pedro apresa y ata al Maragato

El desenlace del episodio se produce en la sexta composición que muestra a fray Pedro en trance de atar al bandido Maragato, éste sentado sobre el charco de su propia sangre. Los pasivos personajes de la primera escena aparecen ahora movidos por el deseo de actuar, asociándose al éxito del fraile. Excitados y gozosos, acuden corriendo a ayudarle a inmovilizar al maltrecho bandolero.

Esta serie participa del espíritu de los grabados goyescos. Los episodios se encadenan en ella con perfecta ilación de temporalidad y espacialidad, componiendo un relato inteligible incluso para el espectador que no conozca el hecho representado. Diríase que Goya ha sido fascinado por la inversión de papeles que se opera en los personajes; es decir, el triunfo del débil sobre el fuerte, el de un hombre de religión sobre un individuo carente de escrúpulos. Sin duda que la representación del suceso tiene, como gran parte de la obra grabada de Goya, un propósito a la vez sarcástico y moralizante. El artista quiere extraer la moraleja de que no es prudente fiarse de las apariencias humanas, juzgar a los hombres en función del lugar que ocupan en la sociedad o al margen de ella. Dado el sutil anticlericalismo del pintor, no se halla fuera de lugar la suposición de que haya tomado partido –tal vez inconscientemente- a favor de la víctima del episodio, el bandido Maragato.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Campos de trigo - Wheat Fields - Jacob van Ruysdael

Campos de trigo - Wheat Fields - Jacob van Ruysdael - Metropolitan Museum de Nueva York - Metropolitan Museum of Art. La melancolía del monótono paisaje holandés ha sido captada con óptica romántica. Este óleo sobre lienzo responde al principio de crear un horizonte bajo con objeto de dar al celaje, cargado de nubes voluminosas   un enorme poder expresivo. Un camino discurre entre los trigales, en dirección a un grupo de árboles que oculta una casa. Las figuras de un caminante, una mujer y un niño son referencias del valor del espacio. Ruysdael maneja con talento una luz cambiante, a la que se debe la entonación casi monocromática del lienzo. Para el pintor, el hombre es una criatura insignificante en el contexto heroico y poderoso de la naturaleza, único protagonista posible.
Metropolitan Museum de Nueva York
1670
100 x 130,2 cm. Óleo sobre lienzo

Jacob van Ruysdael
La melancolía del monótono paisaje holandés ha sido captada con óptica romántica. Este óleo sobre lienzo responde al principio de crear un horizonte bajo con objeto de dar al celaje, cargado de nubes voluminosas un enorme poder expresivo. Un camino discurre entre los trigales, en dirección a un grupo de árboles que oculta una casa. Las figuras de un caminante, una mujer y un niño son referencias del valor del espacio. Ruysdael maneja con talento una luz cambiante, a la que se debe la entonación casi monocromática del lienzo. Para el pintor, el hombre es una criatura insignificante en el contexto heroico y poderoso de la naturaleza, único protagonista posible.


Obras de:
Jacob van Ruysdael
El cementerio judío Campos de trigo


Bodegón con setas / Jean Fyt

Reales museos de Bruselas

Jean Fyt
Una composición elemental reúne un melón, unos zorzales, una mata de apio y cuatro setas de tallo blanco y sombrero vinoso, elementos suficientes para evocar el otoñó y sus aromas. Pero lo sugestivo es la atmósfera en que estos elementos están inmersos gracias a un claroscuro magistral que los define y armoniza. Más sorprendente todavía es la ejecución certera y firme, sin una pincelada superflua, que da a esta naturaleza muerta un asombroso aire de modernidad. Dentro de una gama muy sobria, ofrece matices exquisitos, como el tono azulado de la cola de los zorzales.

Asunción de la Virgen / Andrea del Castagno

Galería Dahlem de Berlín

Andrea del Castagno
El tema se representa con detalles tomados de la Leyenda Dorada, como son los lirios y rosas que florecen dentro del sepulcro, o bien la mandorla de nubes ígneas con la que dos ángeles ayudan a la Virgen en su subida al cielo. A los lados están en pie san Julián con una espada en las manos y el mártir san Miniato, titular del templo del mismo nombre en Florencia.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El artista en su estudio / James Whistler

El artista en su estudio / Whistler in his Studio / James Whistler, Art Institute de Chicago, En este boceto aparecen junto al autorretrato dos figuras femeninas; se trata de las modelos conocidas por los nombres de Jo y La Japonaise que el pintor utilizó habitualmente en Londres, donde se estableció en 1859 y permanecería hasta su muerte. Cristo, modern art, Barroco, Barcelona, Madrid, España, Obras maestras, Pintura, Escultura, Poesía, Artistas universales, Museos importantes, Obras maestras. Pintura, Escultura, Poesía, Artistas, Museo del Prado, D'Orsay, Louvre, National Gallery, Madrid, Italia, París, Londres, Renacimiento, Barroco, Impresionismo, Poesía, New York, Florencia, Moscú, Museo del Arte.
Art Institute de Chicago
1865
46,3 x 62,2 cm. Óleo sobre tabla

James Whistler
En este boceto aparecen junto al autorretrato dos figuras femeninas; se trata de las modelos conocidas por los nombres de Jo y La Japonaise que el pintor utilizó habitualmente en Londres, donde se estableció en 1859 y permanecería hasta su muerte. El boceto sorprende por la ligereza con que han sido empastados los colores, hecho que permite la transparencia generalizada de la imprimación de la tabla, así como por la armonía cromática conseguida a base de tonos mitigados.

Cuatro estudios de la cabeza de un negro / Pedro Pablo Rubens

Reales museos de Bruselas

Pedro Pablo Rubens
En la presente obra el pintor ha tomado un modelo exótico, de acusados caracteres raciales, y lo ha pintado en cuatro posiciones diferentes con otras tantas expresiones, usando una paleta limitada de la que están proscritos los colores brillantes de su producción habitual. Es un ejercicio y una disciplina a que se somete el autor en busca de la intensidad, donde se muestra elocuentemente el rigor que profesaba Rubens, ese rigor que sirve de oculto y sólido soporte a su opulencia barroca. El personaje, inconfundible en sus facciones, aparece en otras obras del mismo pintor, especialmente en algunas de sus epifanías. También se le ha reconocido en cuadros de Van Dyck. Hay que suponer, pues, que el negro fue modelo de ambos artistas en Amberes por los años 1615 a 1620, que es el período a que corresponde el cuádruple retrato.

Dos ajusticiados / Théodore Géricault

Museo Nacional de Estocolmo

Théodore Géricault
Escalofriante lienzo, se trata indudablemente de un estudio del natural, sin otra finalidad que la de conseguir un exacerbado realismo. No era un afán morboso el que llevaba a Géricault a enfrentarse con tan desagradables modelos. El lienzo lo terminó en un taller del Faubourg du Roule, muy cerca del hospital Beaujon y esta vecindad le dio la ocasión de frecuentar el depósito de cadáveres o las salas de anatomía, buscando expresiones genuinas de tragedia.
El contemplador vence la repugnancia que le producen estas cabezas de una mujer y un hombre por la magia de la potencia plástica que su autor les ha infundido. Con una gama terrosa, casi en monocromía, no le ha temblado el pulso para dar las pinceladas justas, las necesarias para captar todo el horror y velar los detalles en una atmósfera sombría a fin de que el asunto resulte menos repelente. Es una prueba definitiva para la maestría de un pintor.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Apolo venciendo a la serpiente Pitón / Eugéne Delacroix

Reales museos de Bruselas

Eugéne Delacroix
El artista escenifica la victoria de Apolo sobre la serpiente Pitón, monstruo que tenía su antro en Delfos, cuya comarca asolaba. Apolo, desde su carro, la mata a flechazos y luego sitúa en Delfos su propio oráculo. La necesidad de llenar un espacio tan amplio, el gran techo de la Galería de Apolo en el Palacio del Louvre, obligó a Delacroix a incluir numerosas figuras, entre las que se identifica a dioses del Olimpo como Júpiter, Mercurio y Vulcano, Minerva y Venus, así como espíritus celestiales e infernales e incluso un tigre en violentísimo escorzo. Todo ello en un verdadero torbellino de actitudes y movimientos. Naturalmente, una obra tan compleja debió obligar al artista a realizar varios bocetos, uno de los cuales es este, que podríamos considerar como el definitivo, tanto por sus apreciables dimensiones como por la fidelidad con que en la ejecución final se ajustó a esta composición. La diferencia fundamental está, como es lógico, en el acabado, en la mayor acentuación de color y en los contrastes luminosos que presenta la obra grande, de tan enormes dimensiones, ocho metros por siete y medio, para ser contemplada a distancia.

Adoración de los Reyes del Retablo de Wurzach / Hans Multscher

Galería Dahlem de Berlín

Hans Multscher
Vemos la mano de un pintor muy diestro, preocupado por dar grandiosidad a sus composiciones, para lo cual sitúa las figuras en planos de diversa altura o se sitúa en un punto de vista elevado. El tratamiento pictórico lo acredita como un dominador de los recursos del gótico internacional, con asimilación del gusto flamenco.

Adoración de los pastores - Adoration of the Shepherds - Martin Schongauer

Adoración de los pastores - Adoration of the Shepherds - Martin Schongauer - Galería Dahlem de Berlín - Gemäldegalerie der Staatlichen Museen zu Berlin. Pequeña tabla que carece de todo antecedente histórico y que apareció en el comercio de antigüedades de Londres a principios del siglo XX. El gran pintor y grabador alemán de la segunda mitad del siglo XV había estudiado profundamente la obra de los maestros de los Países Bajos y admiraba especialmente a Roger Van der Weyden, su influencia es patente en esta composición.
Galería Dahlem de Berlín
1475-1480
37,5 x 28 cm. Óleo sobre roble

Pequeña tabla que carece de todo antecedente histórico y que apareció en el comercio de antigüedades de Londres a principios del siglo XX. El gran pintor y grabador alemán de la segunda mitad del siglo XV había estudiado profundamente la obra de los maestros de los Países Bajos y admiraba especialmente a Roger Van der Weyden, su influencia es patente en esta composición.


Obras de:
Martin Schongauer
Adoración de los pastores Sagrada Familia


martes, 8 de noviembre de 2011

Central Park / Maurice Prendergast

Whitney Museum of American

Maurice Prendergast
Deliciosa escena en el gran parque neoyorquino, con las gentes de sombrero de copa sentadas en la hilera de bancos viendo desfilar los elegantes coches de caballos ante el boscaje. Prendergast es de un impresionismo tardío, en el que se adivina la influencia directa de Paul Signac. Posee un oficio depurado, que se pone de manifiesto en esta acuarela, tan fresca y espontánea, en la que además campea un fino humor. Las manchas de color transparente se acoplan como en un mosaico, trasponiendo a este procedimiento pictórico, más fluido, la técnica del divisionismo.

Crucifixión / Lucas Cranach el Viejo

Alte Pinakothek de Múnich

Lucas Cranach el Viejo
La tabla, fechada en 1503, ofrece una composición inusitada; las cruces de Cristo y los ladrones forman un triángulo, en el centro del cual aparecen, contritos, san Juan y la Virgen. El Crucificado queda, pues, a la derecha, bajo una masa de nubes de tormenta. Flamea violentamente su paño de pureza, indicando la inminencia del desencadenamiento de las fuerzas de la naturaleza. Tras la cruz se despliega un paisaje quebrado que tiene como fondo un horizonte de montañas azuladas. Cranach crea un escenario patético y lírico que responde al estado de ánimo de los personajes.

El estudio rojo / Henri Matisse

Museo de Arte Moderno de Nueva York

Henri Matisse
Matisse realiza una audaz simplificación de las normas de representación del espacio. La forma, proporciones y perspectiva del interior no se hallan sugeridas más que por la posición de los objetos sobre el uniforme color de la tela. En primer término, una mesa sirve de referencia a los planos sucesivos, que son indicados por dos sillas, los cuadros y los elementos de mobiliario situados al fondo. Las formas están delimitadas por simples líneas blancas, que en algunos casos son la imprimación del lienzo que el pintor ha dejado en reserva. El ejercicio compositivo se completa con la inclusión de varios cuadros del propio Matisse, copiados con un sentido esquemático que los reduce a sus líneas esenciales. A pesar de la falta de referencias a la atmósfera luminosa, la obra posee una claridad restallante que preludia la evolución del estilo del pintor.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Afición de invierno / George Wesley Bellows

Art Institute de Chicago

George Wesley Bellows
Estilísticamente cabe reconocer la vigencia de la visión impresionista de la realidad y, concretamente, la admiración de su autor por Renoir. Las figuras del primer término, salvando diferencias de técnica de ejecución, recuerdan tipos creados por el pintor francés. Bellows da muestras de una extraordinaria facilidad compositiva y de acierto en la captación de la atmosfera, elemento que determina la grandiosidad espacial del cuadro. Las gamas cromáticas corresponden perfectamente al gusto del paisajismo americano por las paletas densas.

Alegoría de la fecundidad / Jacob Jordaens

Reales museos de Bruselas

Jacob Jordaens
El asunto se centra concretamente en una ofrenda a Pomona, diosa protectora de las cosechas y de los jardines. Ante ella comparecen ninfas y sátiros junto a una muchacha campesina que personificará a la humanidad agradecida. Aunque la influencia de Rubens sea patente, en este cuadro se aprecia muy bien que Jordaens siguió además a otros maestros, especialmente de la corriente italiana que deriva de Caravaggio. En esa línea se ha de clasificar su práctica del claroscuro. Se ha de destacar el colorido cálido y luminoso, el toque seguro, la pasta mórbida que da a los tonos una suntuosidad aterciopelada.

Apolo desollando a Marsias / José de Ribera

Reales museos de Bruselas

José de Ribera
Es éste uno de los varios asuntos mitológicos que el Españoleto pintó, a veces con humor e ironía y otras, como en el caso presente, con la expresión del sufrimiento, en forma análoga a sus martirios de santos. La fabula cuenta la venganza de Apolo, que desuella vivo al frigio Marsias por la competencia musical entre ambos. Marsias, tendido en el suelo, se retuerce y grita de dolor, mientras el dios no quiebra su belleza ni pierde su majestad al realizar la sangrienta tarea. Del grueso árbol, que contribuye a la composición como en otras obras de Ribera, pende la flauta de siete tubos inventada por el infeliz Marsias y más allá unos hombres comentan el suceso.
El pintor ha tenido buen cuidado de caracterizar al dios del modo más clásico, según los cánones, coronado de hojas y envuelto el impecable desnudo en un manto flotante. En cambio, ha recurrido al realismo más exasperado para representar el cuerpo del desgraciado músico, curtido por los aires y el sol. La luz juega maravillosamente sobre las figuras que, contrastando con la masa negra del árbol, se destacan del paisaje.

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