Reales Museos de Bruselas
Pedro Pablo Rubens
El asunto es de una extremada crueldad. El santo obispo ha sido asaltado por unos bandidos que lo someten a toda clase de torturas. En el momento recogido por el artista acaban de arrancarle la lengua que uno de los verdugos ofrece en las tenazas a la voracidad de un perro. Como en tantas composiciones barrocas la escena terrenal se contrapone a una visión celestial. Sobre las nubes contrasta la ira de los ángeles vengadores, que esgrimen el rayo destructor, con la dulzura de los angelotes que descienden portando la corona y la palma para el mártir. Todo ello crea una indescriptible tensión en esta gran obra, que bien puede llamarse magistral.
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