Reales museos de Bruselas
René Magritte
No es posible aplicar módulos racionales a la exégesis de este cuadro, cuya formulación pertenece al impulso secreto e íntimo del artista. Esta silueta humana, que parece que acaba de salir del mar que se aprecia al fondo, nos oculta su rostro y cualquier otro rasgo que pudiera apuntar una filiación. Es el ser humano en abstracto, rodeado por los fragmentos de una casa destruida: unos trozos del entarimado, de la chimenea, de una silla, de una ventana que todavía intenta abrir, aunque ya no existe. Todo ello basta para transmitir una sensación de angustia difusa al espectador, y quizá Magritte no pretendió otra cosa.
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