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lunes, 26 de noviembre de 2012

Mujer planchando / Edgar Degas

National Gallery de Washington

Edgar Degas
Tras su atracción por la danza - de la que se resultan obras tan significativas como La clase de danza o La estrella - Degas toma un especial interés por el mundo de las planchadoras, realizando un importante número de escenas en las que estas trabajadoras serán las protagonistas. Para ello se informó al detalle de los métodos empleados por las planchadoras, los modelos de planchas que utilizaban y hasta cómo presionaban las telas. Sigue así la filosofía del Realismo, con Courbet a la cabeza, al tomar como modelos de los cuadros a auténticos trabajadores en sus respectivos oficios. Como si se tratara de un "voyeur", Degas muestra la labor de una de estas mujeres, embelesada en su ocupación. Se coloca en la zona derecha de la composición mientras en la izquierda contemplamos la mesa sobre la que trabaja y una de las camisas que ya están acabadas. Tras ella se abren grandes ventanales por los que penetra una fuerte luz, en parte tamizada por unos finos visillos blancos. Sobre su cabeza se muestra la ropa que compone la colada y que aún le queda por planchar. Será aquí donde otorgue mayor colorido al conjunto al recurrir a los colores primarios - amarillo y rojo - mientras que el azul se adueña de la zona inferior, gracias a las sombras coloreadas - tradicionales ya en el Impresionismo - que inundan la camisa. La figura a contraluz de la planchadora es una de las más interesantes de Degas; de nuevo, el pintor recurre a una perspectiva sesgada, de clara influencia fotográfica al cortar los planos pictóricos, ya que no vemos a la mujer en su totalidad ni las ropas de la parte superior. De esta manera, da la impresión de mayor realismo, como si la estuviéramos espiando.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Mujer peinándose / Edgar Degas

Museo del Hermitage

Edgar Degas
La serie de las bañistas será una de las más famosas de Degas. En ella muestra a diferentes mujeres en la intimidad de su vida diaria, bañándose, despertándose o poniéndose la bata. En escasas ocasiones contemplamos el rostro de dicha mujer, mostrándose preferentemente de espaldas o con la cabeza agachada. Esto ha hecho pensar a algunos especialistas que el pintor sería un misógino declarado, idea reforzada por la ausencia de datos que avalen una relación sentimental de Degas con alguna dama. Más lógico sería pensar lo contrario, que esta serie no deja de ser una prueba de la admiración del pintor hacia la belleza femenina, contemplada eso sí como un auténtico "voyeur", dando la impresión al espectador que contempla a las jóvenes por un agujero. Esta joven aparece de espaldas, como buena parte de sus compañeras, cepillándose su largo cabello. Rodeada de toallas blancas, el artista crea un magnífico efecto de intimidad y movimiento. Las bellas formas de la modelo están sabiamente trazadas, demostrando sus excelentes dotes como dibujante. La figura está iluminada por un potente foco de luz procedente de la derecha, creando una serie de sombras coloreadas siguiendo la teoría impresionista. El colorido es muy vivo, destacando el contraste entre el cuerpo blanquecino y la pelirroja cabellera. Las notas anaranjadas y azules que rodean a la muchacha otorgan mayor alegría al conjunto. La pincelada es algo suelta, considerando siempre que estamos ante un pastel, cuya aplicación es más rápida que el óleo.

Monsieur y Madame Manet / Edgar Degas

Colección Particular

Edgar Degas
Se suele considerar cierta la historia que narra cómo se conocieron Degas y Manet. Ocurrió en 1862 cuando Degas estaba copiando al aguafuerte en el Louvre un cuadro de Velázquez, quedando tan impresionado Manet del resultado que eso les unió profundamente; a partir de ese momento surge una amistad que durará veinte años. También es cierto que se criticaban mutuamente con cierta asiduidad, pero tenían numerosas ideas en común, destacando su atracción por los maestros antiguos - Tiziano, Rembrandt o Velázquez - y contemporáneos - Delacroix o Ingres - así como por la ejecución de escenas plenas de realismo. Además, procedían de un ambiente social similar, la alta burguesía. Degas realizó este excelente retrato de su amigo casi con seguridad en el estudio de Manet en la rue Saint Pétersbourg. El pintor aparece recostado sobre un viejo sofá, cubierto con una tela blanca, en actitud de escuchar la música del piano que toca su señora, Suzanne Leenhoff, la figura que aparece en la zona derecha del lienzo. Curiosamente fue el propio Manet quien decidió eliminar esa parte del cuadro ya que decía que la figura de su esposa restaba valor al efecto general. Esto provocó un enfrentamiento entre ambos pintores, con la devolución por parte de Degas del bodegón por el que había intercambiado este excelente retrato. Sería en el año 1900 cuando el propio Degas añadió esa tira de lienzo que apreciamos en la derecha, sin llegar a restaurar la figura de Suzanne Manet. La figura del pintor recostado en el sofá es sorprendente por su actitud y su gesto, demostrando la capacidad para ejecutar retratos que posee Degas. Para impresionar a su amigo recurre al contraste de colores claros y oscuros, muy habitual en las obras de Manet en aquella década de 1860. Así, el color negro del traje provoca un fuerte contraste con el blanco del sofá y con el vestido de su esposa, adornado con cintas negras. Al fondo apreciamos una pincelada rápida, con la que se pretende crear el efecto atmosférico. El respeto y la admiración por el arte de Manet están presentes en esta maravillosa escena, por desgracia mutilada.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Carruaje en las carreras / Edgar Degas

Museo de Boston

Edgar Degas
Los protagonistas de la obra son los miembros de la familia Valpinçon en su carruaje, en el momento en que el pequeño Henri, de seis meses, acaba de ser amamantado por su nodriza y está cogiendo el sueño. Paul Valpinçon contempla la deliciosa escena - acompañado de su bulldog - mientras que su esposa protege al pequeño de la fuerte luz solar con una sombrilla. El centro de atención de los padres, del espectador y de la composición es el rechoncho bebé, situado en una zona de sombra gracias a la sombrilla protectora de su madre. Incluso el carruaje está situado de manera que se aproxima perfectamente al espacio del espectador, para introducirle en la escena. La relación de las miradas de los personajes resulta destacable, marcando perfectamente las relaciones entre ellos. Cuando el pequeño duerma profundamente, el carruaje girará para contemplar la carrera que se desarrolla en el fondo, igual que están haciendo otros espectadores subidos a caballo o en otros carruajes. Así, Degas muestra una imagen de la vida moderna, aunque de una clase social determinada - la burguesía - de la que él era miembro. Algunos especialistas sitúan la composición en el hipódromo de Argentin, cercano a la casa de Paul Valpinçon. Las figuras de los caballos, con las patas delanteras muy estiradas para avanzar rápidamente, están inspiradas en obras inglesas muy admiradas por Degas. El propio William Turner realizó alguna de estas escenas. Lo que más llama la atención es el efecto lumínico conseguido por Degas, que da la impresión de haber captado el episodio directamente del natural, algo que sin embargo odiaba el artista. La luz solar ilumina las figuras con su tonalidad blanquecina y resalta la zona de sombra grisácea que provoca la sombrilla. De esta manera se incluye el artista entre los maestros del Impresionismo. La composición ha sido organizada en bandas paralelas: la hierba del hipódromo, las lomas del fondo y el cielo. Las figuras han sido distribuidas de manera equilibrada, sin dejar ningún elemento al azar. Las tonalidades claras se adueñan de la superficie, en contraste con el color negro que tan de moda pondría Manet, ya que era una tonalidad rechazada por los pintores académicos; con esos toques de color negro sugiere con maestría la profundidad del lienzo. El efecto fotográfico también está presente al cortar los planos pictóricos en una enorme sensación de realismo. Sin embargo, este tipo de realismo se aleja del de Courbet, quien mostraba campesinos y trabajadores mientras que Degas ofrece una visión mucho más delicada y amable.

Hortense Valpinçon de niña / Edgar Degas

Art Institute de Minneapolis

Edgar Degas
La protagonista de este lienzo es la hija mayor del amigo de infancia de Degas, Paul Valpinçon. Hortense ha sido retratada a la edad de nueve años, mientras que el pintor estuvo en Normandía al abandonar París, tras la entrada de las tropas prusianas durante la guerra franco-prusiana de 1870. Se sugiere que formaría pareja con Mujer con crisantemos - si es cierto que esta obra fuese un retrato de su madre - al aparecer ambas figuras en la zona derecha del cuadro acompañadas de elementos florales. La niña viste el tradicional delantal blanco con que protege su vestido negro; sobre los hombros lleva un chal de mujer mayor, igual que el sombrero. Quizá intente mostrar el artista la afición de los niños a vestirse como personas mayores para aparentar más edad o se relacione con la vanidad femenina, tema que tratará en las obras sobre sombrererías. La pequeña se apoya sobre una mesa cubierta por un mantel con decoración floral, en relación con el papel pintado de la pared y el mantón que sale del cesto de la labor. En su mano derecha porta un cuarto de manzana, que según la propia modelo, contaba años después, se comió provocando la ira de Degas. La atención del pintor se centra en el bello rostro de la muchacha así como en el equilibrio de las masas de color. Degas alterna un espacio oscuro con otro claro, jugando con las tonalidades para realizar una escena sumamente equilibrada, sin dejar ningún elemento al azar. El propio pintor comentaba que había que meditar los cuadros como si se tratara de un asesinato, atando todos los cabos. La influencia de la estampa japonesa, tan habitual en la pintura impresionista, se aprecia en el papel del fondo y en las masas de color plano del mantel.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Autorretrato / Edgar Degas

Museo D’Orsay

Edgar Degas
Los retratos serán las primeras obras con las que destaque Degas, quizá debido a la mayor demanda de esta temática. De esta manera demostrará a su padre que tiene el suficiente talento artístico como para abrirse camino en el mundo de la pintura. El artista tenía 21 años cuando se retrató con un carboncillo en la mano derecha y sus ropas burguesas, mostrando así las dos facetas de su vida. Toda la atención la concentra en el rostro, iluminado por un haz de luz procedente de la izquierda. Su mirada distante resulta interesante al espectador, que ve cómo el fondo engulle los contornos del traje, apreciándose el contraste entre la oscuridad del conjunto y la claridad del rostro, la camisa y los puños. Asimismo se aprecia un contraste entre el dibujismo del rostro y la factura suelta del resto del conjunto. Esta capacidad como retratista parece estar inspirada en Rembrandt, uno de los artistas que más autorretratos realizó; las tonalidades empleadas y el aspecto del joven hacen pensar en esta hipótesis. También se sugiere una relación con la obra de Ingres. No debemos olvidar que en aquellos momentos el mundo artístico parisino se debatía ferozmente entre el Clasicismo que defendía este pintor y el Romanticismo que encabezaba Delacroix. Degas se situó, en primera instancia, del lado clasicista para ablandar a su padre, partidario de que el joven estudiara la carrera de Derecho.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Thérèse de Gas / Edgar Degas

Museo D’Orsay

Edgar Degas
Madame Thérèse de Gas, Duquesa de Morbilli, era una de las hermanas del pintor. La dama aparece vestida con sus mejores galas, ataviada con elegante vestido, mantilla negra y sombrero con un aparatoso lazo rosa. El fondo está tratado de manera muy rápida, destacando una especie de ventana en la que se insinúa una ciudad; gracias a este espacio consigue crear un interesante efecto de profundidad en la imagen. La atracción del artista se centra en el hermoso rostro de su hermana, donde podemos apreciar cierta tristeza, posiblemente motivada por su matrimonio, una de las numerosas bodas por interés que se producían entre las clases nobles y burguesas europeas para mantener o elevar el status familiar. Los ojos de la dama y el magnífico perfil están inspirados en Ingres, el "maestro de los maestros", igual que los delicados detalles del traje, que hacen gala de un dibujismo que difícilmente abandonará. Sin embargo, se podrían encontrar algunas muestras de modernidad como el empleo de los tonos negros o el contraste con los colores claros, tan del gusto de Manet, uno de los mejores amigos de Degas. El empleo de elementos rectangulares será denominador común en algunos retratos del pintor.

lunes, 29 de octubre de 2012

Antes de la salida / Edgar Degas

Museo D’Orsay

Edgar Degas
Los pintores realistas sintieron una enorme atracción por la vida moderna, especialmente por las escenas populares, como los campesinos de Millet, los vagones de tercera clase de Daumier o los picapedreros de Courbet. Degas se interesará por la vida de la clase burguesa, suponiendo esto una ruptura con el Realismo tradicional y un acercamiento a los conceptos del Impresionismo. Por eso él adopta como tema de este cuadro - y de otros muchos más - las carreras de caballos. Los hipódromos estaban de moda en aquellos momentos entre los burgueses de París, por lo que Degas busca en ellos su inspiración. Bien es cierto que su atracción por los caballos le llevó a copiar estampas inglesas de hípica, así como los equinos que aparecían en los cuadros de Delacroix. Por eso los caballos son los protagonistas de esta fría y nublada tarde. Estamos en el momento previo a la salida, con los caballos en reposo. Los jinetes son aficionados, inventándose Degas los tonos de sus camisas para jugar con los colores. Precisamente una de las mayores atracciones del artista serán los colores, empleando en este caso unas tonalidades brillantes para conseguir un efecto más atrayente para el espectador; de esta manera contrasta con las tonalidades oscuras del fondo, que dominan la mayor parte de la escena. Tras los caballos hay un grupo de espectadores, intuyéndose los elegantes vestidos de las damas, los sombreros y las sombrillas, a pesar de la pincelada suelta empleada para conseguir un efecto de perspectiva. Una de las principales novedades es haber cortado los planos pictóricos, debido a la influencia de la fotografía, cada vez más habitual para los pintores. En 1882 Degas se propuso recomponer la obra y trabajó en ella intensamente; añadió las chimeneas del fondo para dar un efecto más moderno e introdujo pinceladas más sueltas en esta zona.

jueves, 27 de septiembre de 2012

En la sombrerería / Edgar Degas

Metropolitan Museum de Nueva York



Edgar Degas
Junto a las planchadoras, otra de las escenas favoritas de Degas en la década de los 80 serán las que tienen relación con las sombrererías, realizando así un retrato de las damas de la burguesía, en claro contraste con las trabajadoras. De esta manera ofrece diferentes imágenes del amplio espectro social femenino de fines del siglo XIX. Las burguesas, ataviadas con sus abrigos y con sus elegantes ropas, acuden a la sombrerería para abandonar su tediosa vida, de la cual pasaban una gran cantidad de tiempo en sus casas. Mary Cassatt, la pintora que trabajó un tiempo con Degas, es la modelo de esta escena. Se prueba con aire de seguridad un nuevo modelo de sombrero mientras se contempla en el espejo. Tras él observamos a la sombrerera, que sujeta dos modelos más para que la dama realice tranquilamente su elección. Al fondo se encuentra la pared del establecimiento, decorada en la zona baja con una blanca cenefa. El tono claro de esta pared contrasta con la oscuridad de los vestidos y del espejo, jugando así con unos contrastes muy queridos por Degas y también utilizados asiduamente por Manet. Las vivas tonalidades de los sombreros ayudan a reforzar dicho contraste. El gesto de Mary muestra la capacidad del pintor para realizar retratos en los que recoge a sus amigos o familiares. Aquí se aprecia el perfecto toque de dibujo del que hace gala siempre el pintor, aunque muchas veces se diluya debido a la pincelada suelta empleada.

lunes, 24 de septiembre de 2012

En la modista / Edgar Degas

Art Institute de Chicago


Edgar Degas
Los temas más queridos por Degas son a menudo de carácter intimista: escenas de baño, planchadoras en su trabajo o sombrereras descansando. Esta escena se podría encuadrar en ésta última temática al mostrarnos a una joven contemplando un sombrero que sujeta con sus dos manos. En la mesa sobre la que se apoya se exhiben más sombreros de variados colores mientras que la pared del fondo tiene uno de los espejos de la tienda en el que se refleja la luz. Los colores ocres y marrones dominan un conjunto que se anima con los azules, rojos, verdes y blancos, rompiendo así la monotonía. La perspectiva empleada por el pintor es muy habitual en su obra ya que recurre a una visión elevada, como si se alzara a una escalera para contemplar el episodio que está pintando. La rapidez de la ejecución contrasta con la delicadeza del dibujo, especialmente de la figura en la que capta su expresión.

jueves, 20 de septiembre de 2012

El ensayo / Edgar Degas

Colección Particular                                                                                                                                 


Edgar Degas
En esta ocasión, Degas muestra un estudio de danza en el que las bailarinas no son profesionales sino adolescentes que inician sus primeros pasos en ese mundo. El futuro de las mejores sería participar en las representaciones del Teatro de la Opera y encontrar un protector que las retirara pronto de un ambiente que casi rayaba la prostitución. Por supuesto que esta faceta triste de la danza nunca la presentará el pintor, por lo menos de manera evidente. En primer plano contemplamos un grupo de tres figuras en el que destaca la madre de una de las jóvenes que ha ido a buscarla. Para esa figura posaría el ama de llaves de Degas, Sabine Neyt. En la zona de la izquierda vemos una pequeña escalera de caracol por la que baja otra joven, procedente del piso superior. Este recurso está inspirado en los grabados japoneses que tanto atraerán a los pintores impresionistas. En el fondo aparecen más alumnas ejecutando diversos pasos, dirigidas desde lejos por el maestro de baile, vestido con una camisa roja. En la pared se abren tres grandes ventanales por donde entra una brillante luz solar, tamizada por cortinajes casi transparentes. De esta manera se crea una atmósfera especial, en la que la luz provoca maravillosos contrastes entre zonas iluminadas y ensombrecidas. Será la luz la que cree diferentes efectos cromáticos en los vestidos de las bailarinas. Precisamente, en cuanto al color, Degas emplea sus tradicionales contrastes entre el blanco de los vestidos con el rojo y el negro de las cintas y el siena de las paredes y el suelo. La sensación de movimiento y la influencia de la fotografía - al cortar los planos - hacen de esta obra un auténtico ejemplo de modernidad. Era tanto el interés de Degas por las bailarinas que tenía una numerosa colección de dibujos de las que habían posado en su estudio, utilizándolas sucesivamente dependiendo de la obra.

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