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jueves, 17 de abril de 2014

Retrato de Julio II - Portrait of Julio II - Rafael Sanzio

Retrato de Julio II - Portrait of Julio II - Rafael Sanzio - National Gallery, Londres. El rostro de Julio II, lleno de la energía y la autoridad del personaje, es una de las imágenes más expresivas de la retratista renacentista. Viejo y cansado, el papa es captado en una postura pensativa; la barba blanca, que encuadra los rasgos, resalta luminosa sobre el rojo del hábito, creando un resalte cromático de gran efecto.  El retrato resulta tan poderoso en la representación del rostro del papa como meticuloso en el registro de algunos detalles, como el respaldo de la silla, situada en ligero escorzo sobre un fondo con cortina, que lleva entretejidas en la trama las llaves cruzadas, símbolo del privilegio petrino. El análisis crítico de esta pintura ha planteado problemas, tanto en lo que respecta a la atribución, concedida durante largo tiempo a Giorgio Vasari, como en la distinción del original de las diversas copias, una de las cuales es atribuida a la mano de Tiziano. La mano derecha sostiene un pañuelo ceremonial, en torno al cual se doblan los dedos con anillos; de nuevo se confía a los detalles la función de definir el rango del personaje. Más allá de la oficialidad, la imagen es visualizada desde lo alto, desde un punto de vista próximo, que anula la distancia física y psicológica del espectador.
National Gallery, Londres
1511-12
108 x 80 cm. Óleo sobre tabla

Rafael Sanzio
El rostro de Julio II, lleno de la energía y la autoridad del personaje, es una de las imágenes más expresivas de la retratista renacentista. Viejo y cansado, el papa es captado en una postura pensativa; la barba blanca, que encuadra los rasgos, resalta luminosa sobre el rojo del hábito, creando un resalte cromático de gran efecto.
El retrato resulta tan poderoso en la representación del rostro del papa como meticuloso en el registro de algunos detalles, como el respaldo de la silla, situada en ligero escorzo sobre un fondo con cortina, que lleva entretejidas en la trama las llaves cruzadas, símbolo del privilegio petrino. El análisis crítico de esta pintura ha planteado problemas, tanto en lo que respecta a la atribución, concedida durante largo tiempo a Giorgio Vasari, como en la distinción del original de las diversas copias, una de las cuales es atribuida a la mano de Tiziano.
La mano derecha sostiene un pañuelo ceremonial, en torno al cual se doblan los dedos con anillos; de nuevo se confía a los detalles la función de definir el rango del personaje. Más allá de la oficialidad, la imagen es visualizada desde lo alto, desde un punto de vista próximo, que anula la distancia física y psicológica del espectador.

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