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domingo, 3 de octubre de 2010

La Virgen y el Niño – The Virgin and Child - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Es uno de eso cuadros inconfundibles, llenos de piadosa dulzura, perfectamente comprendidos por el pueblo a cuyo sentimiento se dirigen y que dieron inmensa popularidad a su autor.
En éste, la Virgen está sentada de frente, vestida con túnica roja, manto azul y velo blanco, teniendo en su regazo al Niño Jesús desnudo, que vuelve la cabeza para mirar con simpatía al devoto que lo contempla.
La elegancia del color y la fluidez de la pincelada muestran la asimilación personal por Murillo del estilo de Van Dyck, si bien haciéndolo más sobrio, más “a la española”.

sábado, 20 de marzo de 2010

Santiago Peregrino – Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Una de las imágenes más monumentales pintadas por Murillo es el Santiago Peregrino o Santiago Apóstol. Su figura solemne y grandiosa sorprende gratamente al espectador del Museo del Prado. El apóstol está representado de frente al espectador, portando en su mano derecha el bordón de peregrino y en la izquierda un libro que alude a las epístolas. Viste una túnica azul y un precioso manto rojo que hace resaltar la figura del fondo neutro. Estos colores forman parte de la iconografía, ya que el azul simboliza la eternidad y el rojo el martirio. Posiblemente formaría parte de un Apostolado, muy popular en la España del Barroco debido a los ejemplos tan importantes que nos han quedado: Rubens, Ribera o El Greco. Habitualmente son figuras aisladas, captadas con el mayor realismo posible, como ocurre en este caso.

San Juan muestra a Jesús – St. John shows Jesus - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Para el refectorio de San Leandro en Sevilla realizó Murillo una serie de cuatro lienzos sobre la vida de San Juan Bautista, siendo esta obra que contemplamos la más conocida, acompañándola el Bautismo de Cristo y San Juan y los fariseos. El pintor emplea un sencillo esquema para realizar la composición al colocar a los dos personajes frente al espectador, a la misma altura y representados en actitudes estáticas. La pasividad de ambas figuras se rompe con la mano de San Juan dirigiéndose hacia Cristo. Sobre ambos personajes encontramos un águila y un toro, símbolos respectivamente de los evangelistas san Juan y san Lucas, rodeados de unas cartelas con textos evangélicos. Un paisaje se abre al fondo, surcado por el río Jordán entre árboles. La luz empleada por el artista es clara y diáfana, destacando tanto la monumentalidad de ambas figuras como sus gestos y actitudes. Con estas obras, Murillo demuestra que ha alcanzado su madurez y ya no recurre a elementos tomados de otros artistas como ocurría en sus primeros trabajos.

Magdalena penitente – The Penitent Magdalena - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Durante la etapa tenebrista, Murillo realizó una serie de Magdalenas penitentes que se convertirán en un prototipo repetido por el maestro a lo largo de su carrera, existiendo siete versiones diferentes sobre el tema. La santa aparece arrodillada, ocupando su figura casi toda la superficie del lienzo. Un potente foco de luz sólo ilumina a la figura, dejando entrever algunas aristas de la cueva donde está la santa, situando de esta manera la escena. La Magdalena cubre su desnudez con un amplio manto que deja al descubierto los brazos, los hombros y parte de un seno, poniendo con estas partes del cuerpo una nota de claridad ante la oscuridad del entorno. De esa penumbra envolvente también parecen surgir el tarro de los afeites y la calavera que simbolizan a la santa. El bello rostro de Magdalena dirigiendo su mirada al cielo puede compararse con la Magdalena de Ribera, demostrando Murillo su calidad pictórica al emplear perfectamente dibujo, luz y color, creando un juego cromático de gran belleza con el rojo del manto, la nacarada carnación y el sombrío fondo.

sábado, 13 de marzo de 2010

Aparición de la Virgen a San Bernardo – Apparition of the Virgin to St. Bernard - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Para el sevillano convento de San Clemente, Murillo pintó hacia 1655 una pareja de cuadros en los que la Virgen tiene especial protagonismo al realizar los milagros a los que éstos hacen referencia. Ambas obras fueron adquiridas por la reina Isabel de Farnesio, gran admiradora de Murillo, en 1730. Sus títulos serían La Aparición de la Virgen a San Bernardo, del que nos ocupamos ahora, y La imposición de la casulla a San Ildefonso. El pintor ha sabido captar el momento en el que San Bernardo, debido a su gran devoción por la Virgen, es recompensado por ésta con la lactación de su pecho; por eso, vemos a María llevándose la mano derecha a su seno. La composición está resuelta con sencillez al emplear una marcada diagonal ascendente de izquierda a derecha. Otra diagonal, de derecha a izquierda, separa la escena en dos áreas similares, situando en una al santo y en la otra a la Virgen con el niño rodeados de querubines, que tan famoso harán a Murillo. Cada una de las áreas tiene una iluminación diferente; así, la zona de San Bernardo queda a oscuras mientras que la de María está perfectamente iluminada por el Rompimiento de Gloria, con una luz muy dorada para indicarnos que estamos presenciando un hecho sobrenatural. Este uso de luces doradas debió aprenderlas de Zurbarán como se aprecia en la Aparición de San Pedro Apóstol o San Pedro Nolasco. Es ésta una obra de contrastes; además de las zonas de luz perfectamente diferenciadas podemos apreciar una clara idealización de María y el niño, así como los angelitos y una mayor dosis de realismo en la figura del santo, destacando su hábito con unos magníficos pliegues, en los libros del ángulo inferior o en los que se intuyen entre la penumbra detrás de San Bernardo. Aunque el estilo que define estas primeras obras de Murillo siempre se considera tenebrista, es evidente que existe por parte del pintor un deseo de avanzar y crear nuevos conceptos.

Adoración de los Pastores – Adoration of the Shepherds - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Las primeras obras de Murillo denotan una evidente influencia del Naturalismo tenebrista que tanto éxito estaba cosechando en Sevilla por aquellas fechas, teniendo en Zurbarán a su máximo representante. Sería lógico pensar que si el joven Murillo pretende obtener rápidos triunfos será en un estilo admitido por todas las fuerzas artísticas de la ciudad, teniendo tiempo posteriormente de introducir novedades en su pintura. Así, esta Adoración de los Pastores muestra una importante influencia de la obra de Ribera, sin olvidar a Zurbarán y al joven Velázquez. Murillo ha dejado en penumbra a San José, que era el protagonista de la Sagrada Familia del Pajarito, iluminando a la Virgen y al Niño. Junto a ellos, dos pastores y una pastora entregan sus presentes: un cordero, huevos y una gallina. El realismo que caracteriza a las figuras tiene una clara muestra en los pies sucios de los pastores, como ya había hecho Caravaggio en Roma, mientras que la oveja recuerda el Agnus Dei de Zurbarán, que debía ser muy comentado en la capital andaluza por aquellas fechas. Los tonos predominantes son los típicos del Naturalismo: marrones, blancos, sienas y pardos que contrastan con los rojos y azules intensos. La pincelada minuciosa del pintor muestra todo tipo de detalles, desde los pliegues de los paños hasta las briznas de paja del pesebre. La composición carece de profundidad, como era habitual, al cerrarse con un fondo neutro normalmente muy oscuro, marcando una típica diagonal barroca aunque aquí no sea muy pronunciada. En suma, las primeras obras de Murillo tienen todos los ingredientes para cosechar éxitos inmediatos y hacerse un hueco en el mercado sevillano.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Virgen entregando el rosario a Santo Domingo – Virgin giving the rosary to Santo Domingo - Bartolomé Esteban Murillo


Bartolomé Esteban Murillo
Hasta el presente se considera esta obra como la más temprana que conocemos de Murillo. Procede del convento de los Padres Dominicos de Santo Tomás en Sevilla y en su composición y técnica el pintor se presenta heredero de maestros de generaciones anteriores. Murillo todavía no ha creado un estilo personal y por eso en el dibujomuestra evidentes influencias de su maestro, Juan del Castillo, especialmente en los rasgos delicados y finos con los que describe los rostros y las sonrisas insinuadas. En el rompimiento de Gloria que aparece en la zona superior -formado por ángeles mancebos que tocan música y cantan mientras que angelitos arrojan flores a santo Domingo- se constata la influencia de Juan de Roelas. Los ropajes que cubren a los personajes estarían inspirados en Zurbarán, sobre todo el modelado recio de los pliegues. Quizá por esta amalgama de influencias, algunos especialistas consideran, injustificadamente, que no se trata de una obra salida de los pinceles de Murillo.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Dos niños comiendo melón y uvas - Two children eating watermelon and grapes - Bartolomé Esteban Murillo

Neue Pinakothek, Munich

Bartolomé Esteban Murillo
Murillo se convertirá en uno de los principales pintores infantiles del Barroco, tanto a la hora de representar figuras divinas como el Niño Jesús o San Juanito o personajes absolutamente reales como estos niños que aquí observamos. Se trata de una obra juvenil, fechada entre 1645-50 y en ella apreciamos la influencia naturalista en la pintura de Murillo. Las dos figuras aparecen ante un edificio en ruinas, interesándose el artista por presentarlos como auténticos pícaros, destacando sus ropas raídas y sus gestos de glotonería. Los detalles están captados a la perfección -especialmente las frutas- creando Murillo una apreciable sensación de realidad. La pincelada comienza a adquirir una mayor soltura y los efectos de vaporosidad y transparencia empiezan a surgir gracias a su contacto con Herrera y la pintura veneciana.

La gallega de la moneda - The currency Galician - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Bartolomé E. Murillo dedicó la mayor parte de su obra a temas religiosos, aunque no olvidó otros géneros. Son conocidos sus trabajos dedicados al tema de la vida callejera, como Mujeres de la ventana o como éste, La gallega de la moneda. La mujer representada en el cuadro transmite una sensación de optimismo enmarcada en un estupendo juego de telas, luces y sombras que aportan relieve.

San Francisco Solano y el toro - San Francisco Solano and the bull - Bartolomé Esteban Murillo

Patrimonio Nacional Alcázar de Sevilla
Bartolomé Esteban Murillo
Es uno de los cuadros de Murillo menos conocido y tal vez menos identificable del artista. Se trata de una de las primeras obras que se conservan del pintor, cuando debía contar 28 años. Francisco Solano (1549-1610) fue un franciscano español, quien en los últimos veinte años de su vida evangelizó el Perú, adiestrando también a sus gentes en las tareas agrícolas. El misionero fue beatificado en 1675 y canonizado en 1726 por Benedicto XIII. Del cuadro existe un dibujo preparatorio en el Museo de Boston. Representa al santo conduciendo al toro bravo que había escapado del coso, al cual ha apaciguado con el poder de su palabra, utilizando como rienda el cordón de su hábito.

Cuatro figuras en un escalón - Four figures in one step - Bartolomé Esteban Murillo

Kimbell Art Museum
Bartolomé Esteban Murillo
El joven muchacho de la izquierda que aquí contemplamos dirige su mirada hacia el exterior y esboza una amplia sonrisa que contrasta con el gesto de la hermana que parece contener su divertida actitud. La madre abandona su tarea de despiojar a un niño para mirar también hacia el exterior, a través de sus anteojos. ¿Qué ocurre en el exterior para que todos dirijan su mirada hacia allí? Algo similar podemos encontrar en las Mujeres en la ventana, creando un juego con el espectador que hoy por hoy es imposible de descifrar pero que en la época sí tendría su lógica. En esta imagen Murillo se muestra como un excelente pintor de gestos y expresiones, recogiendo con sus pinceles las diferentes actitudes de los personajes. Las figuras se recortan ante un fondo en penumbra lo que permite al artista dotarlas de mayor volumetría, recibiendo un potente foco de luz desde la izquierda que resalta las diferentes tonalidades de sus vestidos. Las indumentarias -a excepción del pantalón roto del pequeño- nos indican que se trata de una familia de cierta posición económica, recogiendo el maestro con un insistente naturalismo todos los detalles.

Virgen del Rosario - Virgin of Rosary - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Aparece María sentada con el niño en brazos, sosteniendo el rosario con la mano derecha. Ambas figuras están recortadas sobre un fondo neutro para dar un mayor efecto volumétrico, acentuado al llevar las piernas a un lateral del cuadro. A pesar de estar juntos apenas se relacionan entre sí, ya que miran hacia el espectador; sólo sus mutuos abrazos les ponen en contacto, omitiendo los juegos de miradas entre madre e hijo tan característicos de Rafael. Los tonos que emplea son bastante oscuros aunque intenta alegrar la gama cromática con el rojo y el azul, símbolos de martirio y eternidad respectivamente. Bien es cierto que María no fue martirizada, pero sufrió el martirio de su hijo siendo considerada, pues, mártir psicológica. La pincelada empleada por el artista es algo más suelta que en la Sagrada Familia del Pajarito y anticipa el efecto vaporoso que pronto le convertirá en el primer pincel de Sevilla.

Rebeca y Eliezer - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Murillo recoge en esta escena el momento en que Rebeca ofrece agua al sediento mayoral de los rebaños de Abraham, Eliezer, cuando éste buscaba en Mesopotamia la mujer para Isaac. Rebeca es acompañada por tres mujeres, apareciendo una de ellas de espaldas mientras que al fondo se aprecia la caravana de camellos y un caballo. El naturalismo de las figuras dispuestas alrededor del pozo, los alegres colores de los ropajes, la expresividad de algunos gestos y la luz y atmósfera que impregna la composición hacen de esta obra una de las más interesantes de la etapa madura del pintor. La facilidad a la hora de narrar un episodio sitúa a Murillo a la altura de Velázquez, convirtiéndose en los dos grandes maestros del Barroco español.

Inmaculada de El Escorial - Immaculate of El Escorial - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Cuando Pacheco dictó las normas iconográficas que habían de regir la pintura sevillana consideró que la Virgen "hase de pintar (...) en la flor de la edad, de doce o trece años, hermosísima niña". Murillo siguió las normas del suegro de Velázquez en esta escena, una de las más atractivas de su producción. El rostro adolescente destaca por su belleza y los grandes ojos que dirigen su mirada hacia arriba. La figura muestra una línea ondulante que se remarca con las manos juntas a la altura del pecho pero desplazadas hacia su izquierda. Los querubines que conforman su peana portan los atributos marianos: las azucenas como símbolo de pureza, las rosas de amor, la rama de olivo como símbolo de paz y la palma representando el martirio. Los ángeles aportan mayor dinamismo a la composición, creando una serie de diagonales paralelas con el manto de la Virgen. Debe su nombre a haber estado registrada en la Casita del Príncipe de El Escorial en 1788, entre los cuadros del príncipe Carlos IV, desde donde pasó a Aranjuez y de allí al Prado en 1819. Durante mucho tiempo se la denominó Inmaculada de la Granja por considerar que procedía de aquel palacio.

Inmaculada Concepción (La Colosal) - Immaculate Conception (The Colossal) - Bartolomé Esteban Murillo

Museo BB.AA. de Sevilla 

Bartolomé Esteban Murillo
Murillo muestra en esta obra uno de sus primeros intentos por renovar la iconografía de la Inmaculada, incluyendo el dinamismo y el movimiento característico del Barroco. La Virgen se muestra en actitud triunfante, apoyando su pie derecho sobre la luna y su rodilla izquierda en una nube sostenida por querubines. Viste amplia túnica blanca y manto azul -siguiendo la visión de Beatriz de Silva-, siendo sus ropajes pesados y voluminosos aunque dan muestran de movimiento, especialmente el manto, en sintonía con la cabellera. Los querubines que acompañan a la Virgen aún no gozan de la gracia de obras posteriores. La ubicación original del lienzo, a elevada altura y a gran distancia del espectador, condicionó la composición ya que Murillo tuvo en cuenta que la obra tenía que ser vista de abajo a arriba y en oblicuo, consiguiendo un excelente resultado y demostrando su gran capacidad para adaptarse a las necesidades de la clientela.

martes, 22 de diciembre de 2009

San Isidoro - Saint Isidoro - Bartolomé Esteban Murillo.

Catedral de Sevilla

Bartolomé Esteban Murillo
El lienzo está realizado para ser contemplado desde un punto de vista bajo por lo que destaca la pincelada fluida y pastosa empleada por el maestro, sobre todo en la túnica y en la capa. Sin embargo, Murillo no ha renunciado a recoger a la perfección la actitud serena y concentrada del santo, sujetando de manera solemne un báculo de obispo con su mano derecha mientras que con la izquierda sostiene el libro que alude a su actividad de escritor de asuntos teológicos en la España visigoda. El santo patrono de la ciudad sevillana y Doctor de la Iglesia recorta su monumental figura ante un cortinaje oscuro que deja ver una columna y un celaje en la zona de la derecha, resultando una composición de gran belleza.

sábado, 19 de diciembre de 2009

La cocina de los ángeles - The Angels' Kitchen - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Louvre

Bartolomé Esteban Murillo
Se narra un episodio de la vida de Fray Francisco Pérez, fraile cocinero de profunda devoción que alcanzaba el éxtasis en lugar de realizar sus trabajos. La recompensa vino del cielo al ser enviados un grupo de ángeles para realizar las tareas que el fraile no hacía, evitando así la reprimenda de sus superiores. El centro de la escena lo ocupan dos ángeles que enmarcan al fraile, arrodillado y en levitación, rodeado de una aureola dorada. En el fondo aparece la puerta abierta y un fraile que contempla el milagro: diversos ángeles están trabajando en una típica cocina conventual donde se muestran las ollas, el fogón, las viandas sobre la mesa, los platos, etc. Los angelitos se dispersan por el escenario para crear una mayor sensación de profundidad. Murillo emplea intensos efectos de claroscuro tomados del tenebrismo que en aquellos momentos estaba cosechando un importante éxito en la capital andaluza gracias a Zurbarán. El empleo de una luz dorada resalta las tonalidades empleadas, especialmente pardas. El naturalismo utilizado en los personajes terrenales contrasta con la cierta idealización que emplea Murillo en los ángeles, cuyos cabellos y rostros denotan una belleza sobrenatural.

martes, 1 de diciembre de 2009

Sagrada Familia del pajarito-Bird's Sagrada Familia - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
El realismo murillesco tiene uno de sus mejores ejemplos en esta obra, que toma como modelos tipos de la vida cotidiana a los que el pintor ha dotado de gestos naturales y expresión serena. Por su estilo y composición, significa este cuadro un cambio notable en los conceptos del artista, puesto que supone el paso de una técnica vaporosa a un procedimiento de gran concreción representativa que explota al máximo los efectos de claroscuro.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Los Niños de la concha-The Children of the shell - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Lienzo en el que se representa a Jesús dando de beber a san Juanito bajo un celaje con rompimiento de gloria poblado por angelitos, constituye uno de los ejemplos más característicos del propósito del pintor, que se dedica a la representación del goce que al fiel proporciona la religión. Su composición, por otra parte, se halla inspirada en el arte italiano.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Inmaculada Concepción de los Venerables o de Soult-The Immaculate Conception of the Venerable or Soult - Bartolomé Esteban Murillo

Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
Tipifica los rasgos de la producción pictórica del maestro, en la que este tema es muy frecuente. La figura femenina con sus etéreos ropajes, presenta un parecido físico con los rostros de los lienzos de Alonso Cano; su inserción en un espacio inconcreto, poblado por racimos de ángeles en actitudes variadísimas, responde a conceptos místicos.
La pintura de Murillo obtuvo extraordinario éxito, gracias sin duda a la adopción de unos tipos de belleza que eran fácilmente comprendidos por el pueblo devoto.

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