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sábado, 12 de abril de 2014

Retrato de Tommaso Inghirami – Portrait of Tommaso Inghirami - Rafael Sanzio

Retrato de Tommaso Inghirami – Portrait of Tommaso Inghirami - Rafael Sanzio -  Galería Palatina, Palacio Pitti, Florencia. En su esencialidad, este retrato está lleno de una fuerza expresiva extraordinaria. Tommaso, llamado Fedra, es el bibliotecario del papa Julio II, cultísimo profesor de retórica de la Universidad de Roma; Rafael lo presenta con los instrumentos de su actividad, libros y papeles, en el instante en que, estrábico, alza la mirada antes de escribir, como buscando la inspiración, según una tipología difundida en el retrato de humanistas de ambiente nórdico. La fuerza moral del personaje ya no se confía a la claridad geométrica de la forma, ni a la belleza de los rasgos del rostro, sino que procede de una energía interior que transforma el feo rostro en el signo de una gran personalidad. Tommaso Inghirami en su escritorio parece alejado de los cánones de la retratística celebratoria, el artista presenta al literato en su propio ambiente. El docto humanista, que nació en Volterra en 1470 pero creció en la corte de Lorenzo el Magnífico, se trasladó con apenas trece años de edad a Roma, donde comenzó su carrera de hombre de cultura, jalonada de títulos, encomiendas y beneficios eclesiásticos, hasta llegar, en la época de Julio II, al cargo de prefecto de la Biblioteca Vaticana. Su posición de prestigio no cambió con León X, con el cual tenía relación desde los tiempos en que frecuentaba la corte de los Medicis en Florencia. Debió el sobrenombre de Fedra a un episodio que le ocurrió en la Ciudad Santa en 1488, cuando, haciendo el papel de Fedra en el Hipólito de Séneca, a causa de un accidente en la maquinaria teatral se vio obligado a distraer al público improvisando composiciones poéticas.
Galería Palatina, Palacio Pitti, Florencia
1510
62,3 x 89,5 cm. Óleo sobre madera

Rafael Sanzio
En su esencialidad, este retrato está lleno de una fuerza expresiva extraordinaria. Tommaso, llamado Fedra, es el bibliotecario del papa Julio II, cultísimo profesor de retórica de la Universidad de Roma; Rafael lo presenta con los instrumentos de su actividad, libros y papeles, en el instante en que, estrábico, alza la mirada antes de escribir, como buscando la inspiración, según una tipología difundida en el retrato de humanistas de ambiente nórdico. La fuerza moral del personaje ya no se confía a la claridad geométrica de la forma, ni a la belleza de los rasgos del rostro, sino que procede de una energía interior que transforma el feo rostro en el signo de una gran personalidad. Tommaso Inghirami en su escritorio parece alejado de los cánones de la retratística celebratoria, el artista presenta al literato en su propio ambiente. El docto humanista, que nació en Volterra en 1470 pero creció en la corte de Lorenzo el Magnífico, se trasladó con apenas trece años de edad a Roma, donde comenzó su carrera de hombre de cultura, jalonada de títulos, encomiendas y beneficios eclesiásticos, hasta llegar, en la época de Julio II, al cargo de prefecto de la Biblioteca Vaticana. Su posición de prestigio no cambió con León X, con el cual tenía relación desde los tiempos en que frecuentaba la corte de los Medicis en Florencia. Debió el sobrenombre de Fedra a un episodio que le ocurrió en la Ciudad Santa en 1488, cuando, haciendo el papel de Fedra en el Hipólito de Séneca, a causa de un accidente en la maquinaria teatral se vio obligado a distraer al público improvisando composiciones poéticas.

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