Museo del Prado
Bartolomé Esteban Murillo
El realismo murillesco tiene uno de sus mejores ejemplos en esta obra, que toma como modelos tipos de la vida cotidiana a los que el pintor ha dotado de gestos naturales y expresión serena. Por su estilo y composición, significa este cuadro un cambio notable en los conceptos del artista, puesto que supone el paso de una técnica vaporosa a un procedimiento de gran concreción representativa que explota al máximo los efectos de claroscuro.
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