Museo Vaticano
Rafael Sanzio
El gigantesco cuadro se hallaba todavía en el taller del pintor, inconcluso, a su muerte. Vasari relata al respecto: “…pusieron la Transfiguración a la cabecera de su lecho de muerte, en la habitación en que acostumbraba a trabajar, y viendo el cuadro vivo cuando él estaba ya muerto, los corazones de todos los presentes se inundaron de dolor.” Los personajes se acumulan con violencia en la superficie pintada, adoptando actitudes variadas que denotan un extraordinario esfuerzo de invención. Entre las figuras existen vínculos narrativos que sirven para amalgamar las expresiones más diversas, de la indiferencia al enojo, pasando por la sorpresa y el terror. El conjunto constituye, en suma, un ordenado caos de formas en tensión, en el cual el paisaje pasa casi inadvertido.
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