Salvador Dalí
Salvador Dalí conoce a Gala en 1929, tras el período surrealista. Gala es la mujer de Paul Eluard, y el encuentro provoca un giro radical en la vida del artista. Dalí le declara su amor y ella se convierte en su musa inspiradora y en la protagonista de numerosos retratos.
La adhesión a un estilo realista es, como en Magritte, solo un pretexto para afrontar temas típicos del surrealismo, como el inconsciente o el doble, un medio para acentuar la sensación de extrañamiento y turbación y proyectar la escena en una dimensión onírica. El artista adopta una técnica pictórica que plasma minuciosamente la realidad, pero un elemento altera de manera radical la percepción de la obra introduciendo un componente de irracionalidad. La figura femenina, de hecho, está desdoblada: en primer plano aparece de espaldas, mientras que el rostro y las manos pueden verse en su doble, que aparece frente a ella en segundo plano. Paredes desnudas, a excepción de la presencia de un cuadro enmarcado: el Ángelus de Millet, en el que dos labradores han interrumpido sus labores para rezar el ángelus.
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