Joan Miró
En el invierno de 1919, Miró realizó esta pintura, en la cual se nos presenta según su propia mirada, plasmando lo que el espejo le muestra, sin aditamentos ni subterfugios. Su mirada franca, la frente ancha, enmarcada por el pelo, la boca pequeña, nos dan razón de un personaje que a sus 26 años ya había tenido que bregar duramente para poder realizar su sueño de ser pintor. Habían pasado los primeros años de aprendizaje y muestra ya un bagaje artístico que es capaz de aunar y sintetizar formando un todo armónico. Podemos vislumbrar en este autorretrato las huellas de los frescos románicos del Pirineo en el rostro, y una sutil transmutación de los análisis cubistas en los diversos planos que conforman la camisa. Prescinde ya del fondo y se expresa libremente con el color.
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