Hans Memling
El maestro, germánico de nacimiento pero flamenco por su formación y establecimiento en Brujas, expone en este pequeño cuadro los principios que inspiraron el arte religioso en los Países Bajos durante la segunda mitad del siglo XV. Sitúa a los cinco personajes sobre un fondo de paisaje cuyo horizonte se halla a la altura de las cabezas de las figuras; la Virgen en el centro y en lugar más adelantado, con san Juan a su derecha y las mujeres clausurando la composición. Es un esquema cerrado en el que existe una dualidad de gestos sometidos a un patrón rítmico. Las tres Marías expresan su dolor por la muerte de Cristo elevando las manos con gesto desconsolado; puesto que los cuerpos de dos de ellas están ocultos por las figuras antepuestas, el gesto sirve para sugerir la totalidad de su presencia. Por el contrario, la Virgen y san Juan aparecen en actitud recogida, se diría que replegados en sí mismos, estableciendo el contrapunto narrativo del suceso. El pintor ha realizado, pues, un análisis compositivo muy racional, y tal vez por ello la ejecución se resiente de excesivo intelectualismo, adolece de falta de imaginación. Como en otras obras de Memling, la perfección técnica resta valor expresivo. Ello no es óbice para que deba alinearse entre las obras maestras de la escuela flamenca de este periodo.
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