El Bosco
No es éste un Calvario al estilo tradicional, sino una composición votiva cuyo protagonista resulta ser el donante que, arrodillado al pie de la cruz, espera con rostro angustiado su destino. San Pedro, su patrón, lo presenta ante el Crucificado, mientras la Virgen y san Juan, al lado opuesto, hablan entre sí como intercediendo a favor del hombre. ¿Es una versión original del juicio particular después de la muerte y por eso el rostro del hombre tiene aspecto cadavérico? La calavera y los huesos desparramados, así como la presencia de los cuervos, acentúan esta impresión.
La independencia del Bosco se manifiesta en el planteamiento de la escena, que prescinde de la simetría tradicional. Lo que le interesa y logra en este caso es una expresión de hondos sentimientos, en los que denominan la piedad y la esperanza. Tras las figuras queda la limpidez del aire sobre un anchuroso paisaje que se dilata hasta la silueta flamenca de la lejana ciudad.
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