Galería Dahlem de Berlín
Vittore Carpaccio
Vittore Carpaccio
La escena sigue, en líneas generales, el relato evangélico de san Mateo, con Arimatea y Nicodemo, a la izquierda, abriendo la puerta del sepulcro en que va a ser colocado el cuerpo del Señor, mientras en la parte derecha, la Virgen, acompañada por las santas mujeres y san Juan, muestra su dolor. En el centro está el cadáver de Cristo, tendido sobre una mesa sostenida por la piedra roja que ya en la Edad Media se veneraba y que se sigue conservando en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Pero Carpaccio agrega, por su cuenta, unos cuantos detalles expresivos para acentuar el dramatismo del tema hasta en forma anecdótica. El anciano de torso desnudo que medita recostado en un árbol será posiblemente Job. El campo es un gran cementerio, sembrado de calaveras y tibias, con la presencia escalofriante de esa momia puesta en pie. No faltan las laudas sepulcrales, ni tampoco los mendigos que acuden a la caridad de los visitantes, llamándolos al melancólico son de la chirimía. Toda la obra es un punzante canto a la desolación.
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