François-Hubert Drouais
Las figuras infantiles aparecen ante un fondo de vegetación –sin duda un jardín- en el que se inserta un gran jarrón de piedra del que brota un rosal florido; el muro de verdor se rompe a la izquierda, permitiendo divisar un lejano paisaje de árboles bajo un celaje tranquilo. Ambas visten trajes de costosas telas, ornados con profusión de cintas y encaje, tal y como requiere su cuna; Una de ellas sostiene un canastillo con frutas y la otra el collar del perrillo que las acompaña. La minuciosa descripción de las indumentarias, del bodegón de frutas y del perrito responde al propósito de engastar los rostros en un estuche suntuoso. La calidad de madreperla que el pintor ha conferido a las fisonomías infantiles despersonaliza sus rasgos en aras de la idealización, exigida sin duda por el distinguido cliente.
Un lujo. Para admirar.
ResponderEliminargracias por tu coemntario Viviana, un saludo
Eliminar