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viernes, 18 de marzo de 2011

Cleopatra – Pedro Pablo Rubens

Galería nacional de Praga

Pedro Pablo Rubens
El pintor ha elegido uno de sus modelos femeninos habituales, una joven de robusta anatomía, dotada de un rostro redondo en el que predomina el rectilíneo perfil de la nariz. Se trata de un tipo de belleza muy frecuente en la obra de Rubens, sea en asuntos mitológicos, históricos o bíblicos. Las carnaciones han sido valoradas con una sabia teoría de claroscuros, gracias a la cual se integra la figura en el espacio que la circunda, espacio que no contiene alusiones concretas de paisaje. Prefiere el artista dramatizar la escena con un celaje barrido por masas de nubes oscuras, cuya ambigüedad no permite decidir al espectador si la figura se halla en un interior o al aire libre. Cleopatra provoca el ataque de la serpiente enrollada en su brazo izquierdo obligándola a morder un platillo de oro. Sobre el fondo de la ampulosa túnica carmesí, el áspid cobra una calidad viscosa y repugnante.

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