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lunes, 16 de enero de 2012

La tentación de san Antonio / Salvador Dalí

Reales museos de Bruselas 

Salvador Dalí
El más ambicioso de los surrealistas, el que tiene más pretensiones de trascendencia, el que siempre se propone sorprender al espectador ingenuo con un argumento que escape a lo inteligible. Todo ello puede apreciarse en esta Tentación de san Antonio, tema clásico que ya había servido de recurso a los más remotos precursores del surrealismo, como el Bosco. En todos aparece la tentación como una visión irreal e imaginada, subjetiva, cuya figuración puede variarse ad líbitum, según la fantasía de su autor.
Este pobre san Antonio desnudo se afirma en una piedra para esgrimir con mayor fuerza una cruz de palo como conjuro contra lo que se le viene encima, pues la visión –sin duda sueños de grandeza y de sensualidad- se le impone desde lo alto al flaco eremita. Abre la marcha un caballo blanco desbocado, como la soberbia, al que siguen cinco elefantes de patas larguísimas y pluriarticuladas, como de insecto, cargando sobre sus lomos una mujer desafiante, extraños obeliscos y un edificio de arbitraria arquitectura por cuya puerta asoma otro torso femenino desnudo. Como esperanza de salvación, a lo lejos aparecen dos figurillas penitenciales sobre la desolada llanura y, en el cielo y sobre el horizonte, la silueta de un ángel volador.

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