Reales museos de Bruselas
Adriaen Brouwer
Los individuos sentados en bancos en torno a la mesa son maleantes, recluidos en un recinto cerrado por empalizada que, como minúsculo campo de concentración, había junto a la ciudadela de Amberes. Con ellos bebe su guardián, un soldado vestido con jubón claro y chambergo. No evita Brouwer el detalle grosero –aunque sumariamente tratado- de los que utilizan la garita que sirve de retrete, ni la presencia del cerdo buscando desperdicios. La colina verde y la nube que asoma tras ella muestran el mundo de la libertad, al otro lado de la barrera, y ponen un contrapunto poético a tanta inmundicia. En el suelo, bajo el banco, aparece la firma del artista.
En contraste con el tema, el cuadro tiene una elegante y delicada luminosidad que lo salva del envilecimiento. Por esta cualidad Brouwer fue apreciado ya en vida, hasta el punto de que un hombre tan refinado como Rubens poseía diecisiete de sus obras.
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