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jueves, 30 de enero de 2014

Madonna (Litografía) / Edvard Munch

Museo Munch, Oslo

Edvard Munch
Munch comenzó a trabajar con litografías y otras técnicas de impresión hacia mediados de 1890, con una doble intención: dar a conocer y popularizar su arte y conseguir una forma efectiva de aumentar sus ingresos mensuales. El pintor comenzó a reproducir sus pinturas más conocidas, como La niña enferma (pintada en la década anterior), El grito, Noche en Saint-Cloudy, Madonna, entre muchísimas otras. Edvard Munch supervisó personalmente durante cincuenta años de carrera todos los procesos de reproducción, que abarcan más de 850 piezas catalogadas. Si bien es cierto que el pintor utilizaba sus pinturas como punto de partida para sus litografías y grabados, también es cierto que tenía una forma muy particular de trabajar, por lo que sus obras, aunque guardaran similitud con los originales, también eran diferentes. Para empezar, el pintor dibujaba en una plancha -en el caso de los grabados en papel -para las litografías- el motivo principal de la obra, manteniendo, como en la Madonna, los trazos que la hacían tan especial, pero sin llegar a calcar del original. Además, en cada impresión el pintor corregía, retocaba o cambiaba colores en la plancha, por lo que cada una de las piezas podía ser distinta, a lo que contribuían también sus experimentos con distintas coloraciones. Munch casi nunca numeró las impresiones de cada serie, aunque se sabe que de cada tema imprimía alrededor de 150 ejemplares. En la litografía de Madonna llama la atención que el pintor haya integrado el marco que diseñó para la pintura, y que aporta mayor significado a la composición. Si el marco de madera contenía espermatozoides y un óvulo, en la litografía los espermatozoides -que inician su recorrido desde la izquierda y se dirigen hacia el vientre de la protagonista, circunvalando la composición en el mismo sentido que las agujas del reloj parecen querer saltar hasta la figura. Munch añade así a la composición una mayor claridad sobre el tema de la concepción. Por su parte, el óvulo, con rostro humano, espera agazapado en una esquina. Asimismo, las líneas ondulantes que rodean a la Madonna parecen aquí un torrente fluvial, perfectamente cronometrado en ritmo y composición, con los elementos presentes en los bordes.

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