National Gallery of Art, Washington
Hans Holbein el Joven
El entonces príncipe Eduardo tenía catorce meses y era el primer hijo legítimo de Enrique VIII, habido de su tercera esposa Juana Seymour.
Al mofletudo infante se le ha querido revestir de majestad, vistiéndolo con pomposos atavíos y haciéndole empuñar el sonajero como si fuera un cetro. Ante él lleva escritos unos adulatorios dísticos latinos, terriblemente conceptistas y afectados, con un juego de palabras en cada verso. Los firma Ricard: Morysini. Car. , o sea, el cardenal Morrison, quien incita al niño a emular a su padre en la virtud, aunque difícilmente puede el cielo y la tierra producir un hijo cuya gloria supere la de tal padre… La Historia no confirmó estos augurios, pues Eduardo VI, coronado en plena infancia, murió a los dieciséis años, tras seis de reinado.
El retrato es de una precisión inimitable. Las capas de color y las veladuras se ajustan estrictamente a una minuciosa preparación dibujística a la que se confía la estructura y la expresión.
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