National
Museum of Western Art, Tokio
Édouard Manet
Se considera éste el primer
autorretrato aislado que Manet realizó. Es una obra ciertamente curiosa tanto
por el tratamiento como por la postura. El pintor se presenta sobre un fondo
neutro - lo que no era ninguna novedad, como se puede apreciar en el Bebedor de
absenta o el Trapero, siguiendo los retratos de Velázquez -, vestido como un
burgués y sin ningún elemento relativo a su profesión. Su rostro se carga de
vitalidad y con su postura parece retar al mundo, esperando el reconocido
triunfo que la crítica le negaba. Esa postura también puede indicar su delicado
estado de salud, con fuertes dolores que se manifiestan en esas fechas. El
estilo es totalmente abocetado, marcando las líneas de los contornos para
rellenar los espacios con largas pinceladas que recuerdan a Degas. La figura
adquiere un sensacional volumen gracias a las sombras que apreciamos en sus
pies, resultando una obra de gran belleza.
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