Colegiata
de San Gimignano, Gimignano
Domenico Ghirlandaio
Las exequias se desarrollan como
una solemne función religiosa, entre el salmodiar del clero y el coro de
jóvenes clérigos, sobre el fondo imponente de un ábside monumental. Muy dulce
es la figura yacente de la santa niña, menuda y tierna sobre el catafalco rico
y solemne. La santa obra tres milagros que permanecen casi celados: repican las
campanas en las rojas torres de San Gimignano, tañidas por los ángeles; la
nodriza Beldia se cura al tocar las manos entrecruzadas de la jovencita muerta;
un monaguillo ciego que le besa los pies recobra la vista. Sobre el fondo, los
rostros de personajes no conocidos, pero que deben ser retratos copiados del
natural, tal vez personas importantes de la ciudad. Hay un aire límpido que se
desliza sobre los personajes y las cosas, haciendo resaltar los colores
serenos, del encarnado de los jóvenes a la rubia cabellera de Fina, a los
distintos matices de verde, al celeste de los blusones, hasta el rojo encendido
de las torres, mientras líneas horizontales y verticales del reducido escenario
armonizan, creando ellas mismas poesía.
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