San Jerónimo / Leonardo da Vinci

Pinacoteca Vaticana

Leonardo da Vinci

Esta pintura sobre tabla reúne una serie de factores anómalos, el primero de ellos su condición de pieza inacabada o, mejor dicho, apenas iniciada. El pintor abandonó la ejecución cuando no había superado la fase del dibujo y primer empaste de color, salvo en el torso y rostro del santo, donde aplicó las medias tintas que debían proporcionar los volúmenes y la impresión de corporeidad. También manchó con decisión el paisaje rocoso del fondo, sobre el que la figura se recorta casi en negativo. Con todo, el dibujo preparatorio es visible por doquier, lo que permite comprender el proceso creativo y el procedimiento del artista.

A pesar de ser tan sólo un esbozo, produce una poderosa impresión de vitalidad. El sentimiento penitencial queda ya captado con sus rasgos de mortificación y éxtasis; al gesto de dolor se suma la ausente expresión de la figura, cuyo espíritu se ha alejado del mundo terreno. Responde, en suma, el cuadro al postulado que el propio Leonardo expuso repetidamente en sus escritos: un buen pintor debe representar dos cosas fundamentales, el hombre y las inquietudes de su espíritu.