Fundación E. G. Bührle, Zúrich
Paul Cézanne
Si bien son numerosos los
autorretratos de Cézanne -se han catalogado cuarenta y siete- no es habitual
ver al maestro de Aix como pintor, siendo ésta una de las escasas muestras en
la que se nos presenta trabajando ante el lienzo, con la paleta y los pinceles
en la mano. Cézanne se presenta en su postura favorita, girado en tres cuartos,
dirigiendo su cabeza hacia la derecha, estableciendo un paralelismo imaginario
con el lienzo y el caballete. La figura se recorta ante un claro fondo neutro,
contrastando con las tonalidades grises del traje y el marrón de la paleta. La
iluminación es totalmente fantaseada, estableciendo un imaginario entramado de
luces y sombras. El color y las formas geométricas serán los protagonistas de
la composición. Las tonalidades se aplican de manera empastada, en cortos y
contundentes trazos que paulatinamente van tomando particular protagonismo,
hasta convertirse en facetas que obtienen autonomía en el cubismo.
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