Michelangelo Merisi da Caravaggio
Posterior en algunos años a La Buenaventura de la Pinacoteca Capitolina de Roma, ésta es una de las versiones de este afortunado tema. La obra es registrada en 1620 por Giulio Mancini. Cuenta Mancini que “por ello, habiéndosele mostrado [a Caravaggio] las estatuas más famosas de Fidias y Glicón a fin de que se acomodase a su estudio, no dio otra respuesta que extender la mano hacia una muchedumbre de hombres, indicando que la naturaleza le había proporcionado suficientes maestros. Y para dar autoridad a sus palabras llamó a una gitana que pasaba casualmente por la calle, la llevó a su morada y la retrató en la acción de decir la buenaventura […] Hizo un joven que posa la mano con guante en la espada y tiende la otra, descubierta, hacia ella, que la coge y la mira; y en estas dos medias figuras tradujo Michelangelo tan puramente la realidad que vini a confirmar lo que había dicho”.
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