Michelangelo Merisi da Caravaggio
En los primeros años, Caravaggio ha tratado lienzos de tema simple y escasas figuras u objetos. Sin embargo, en este lienzo se preludian ya las grandes composiciones que no tardará en realizar para importantes iglesias romanas. Pese a que la escena está dominada por una sola figura, la santa mártir, abundan los objetos de diferentes colores y tamaños que, sin embargo, poseen una armonía que los relaciona en un conjunto perfecto. El autor ha distribuido con gran sabiduría los objetos en un complejo juego de diagonales y formas geométricas, como el propio cuerpo de la santa, situado oblicuamente y apoyado por la línea de la espada, que a su vez es el símbolo de su martirio. La hoja de palma en el suelo cruza la anterior diagonal y traza una nueva línea compositiva. La estabilidad proviene de la rueda con cuchillos donde la joven fue torturada antes de que se la decapitara con la espada. El tratamiento de las telas, bordadas y con brocados es suntuoso, acorde con la condición de princesa de Catalina. Sin embargo, su rostro no es el de una dama, sino el de una muchacha de pueblo, sonrosado y sensual, lo cual nos habla nuevamente de los modelos realistas que Caravaggio prefería sobre las idealizaciones de otros estilos.
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