Pieter de Hooch
El cuadro es, ante todo, un estudio perspectivo del marco arquitectónico en el que se desarrollaban las actividades de la vida corriente en cualquier ciudad neerlandesa de la segunda mitad del siglo XVII. A pesar de la ausencia de edificios monumentales, la composición posee variedad de ámbitos y grandiosidad espacial. Probablemente no corresponde esta vista a un paisaje real, sino que fue imaginada por el artista, de acuerdo con su proceder habitual, a partir de elementos diversos que ensambló a su capricho. Así, por ejemplo, el muro del fondo es muy probablemente la antigua muralla de Delft, ciudad en la que fue pintada esta obra, y el modesto jardín del segundo término debe estar inspirado en una casa de la misma localidad. Un arrepentimiento claramente visible, la notable modificación en la altura del tejado del ángulo superior derecho del cuadro, prueba que el pintor no se atenía a una realidad precisa, sino que componía el paisaje a su conveniencia, cambiando la posición de sus elementos con la misma facilidad que si se tratase, por ejemplo, de los objetos constitutivos de un bodegón.
Visto con detalle el ángulo de la cerca del jardín, detrás de la criada, permite comprender la técnica a la vez rigurosa y efectista de Pieter de Hooch. La entonación rojiza de las vallas de tablas sirve para resaltar la calidad grisácea y blanquecina de los ramajes y las escasas hojas que ha respetado la estación otoñal. Su coloración es reflejo de un celaje velado y frió del que procede una luz uniforme que crea sombras apenas perceptibles. A pesar de su riqueza de tonos, el cuadro produce, en virtud de sus circunstancias lumínicas, una cierta impresión monocromática.
Hola Felix!
ResponderEliminarParece que sea una fotografia, antes si que era buena la pintura. Haces unos analisis muy completos. Mucha suerte en 20Blogs, yo compito en Motor.
Saludos,
Ricard
Hola Ricard, muchas gracias por tus animos, suerte en los premios
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