Alberto Durero
Acuarela y aguada. Fechada 1503 abajo, a la derecha. Por el tratamiento y la visión del motivo, Durero consigue aquí un efecto selvático: el diente de león, el álsine y la aguileña adquieren a nuestra vista medidas gigantescas. Luces y sombras transparentes hacen del conjunto un bosque que, con merecida fama, entra en el mundo mágico de la gran pintura.
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