Museo
Poldi Pezzoli, Milán
Sandro Botticelli
En la intimidad de una estancia
con la ventana abierta hacia un paisaje, el Niño Jesús busca con su mirada la
de la Virgen. La originalidad y buen hacer del artista alcanzaron en esta obra
uno de sus mejores logros. Al margen de la indudable belleza de la pintura
Botticelli hizo gala de su
predisposición hacia la representación de todos los pormenores en elementos
accesorios como las distintas cajas y el frutero. El Niño Jesús sostiene los
tres clavos de la cruz y la corona de espinas, aludiendo con ellos los
sufrimientos venideros. El meticuloso y dulce estilo del maestro se pone de
manifiesto en detalles como el velo transparente que cubre la cabeza de la
Virgen, de una calidad plástica casi palpable.
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