Paul Cézanne
La carrera de Cézzane se inicia con obras de neta inspiración literaria cuyas características formales lo sitúan más en la línea del expresionismo que en la del impresionismo. Muestra esta obra la imagen de un pintor de Aix-en-Provence que no ha pasado a la posteridad por sus propios méritos, sino tan sólo por haber servido de modelo a Cézzane. Sentado en un sillón de alto respaldo, el personaje recibe una dura iluminación procedente del lado izquierdo, la cual resalta crudamente la delgadez de sus manos y la cortedad de sus piernas, acentuando el valor de un rostro de inquietante arquitectura. El pintor persigue en la representación traducir los rasgos sicológicos del modelo.
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