Museo del Prado
1636
210 × 124,5 cm. Óleo sobre lienzo
1636
210 × 124,5 cm. Óleo sobre lienzo
Diego Velázquez
Este retrato también estaba inventariado en el Palacio del Buen Retiro en 1701, formando pareja con el de Cristóbal de Castañeda y Pernía, fechándose ambos hacia 1636. Sin duda no estamos ante la figura del hijo natural de Felipe II, sino ante un bufón que interpretaba el papel del héroe de la batalla de Lepanto. Al fondo de la composición se aprecian muestras de una contienda naval en referencia a la importante victoria conseguida por los españoles ante los turcos. El tratamiento espacial al que recurre Velázquez es sorprendente, empleando un suelo embaldosado -característico del Renacimiento Italiano- sobre el que se sitúa la parafernalia militar. También es digno de mención la perfección en el tratamiento del rostro, con un toque nobiliario que hizo creer a algún crítico del siglo XIX que estábamos ante el retrato del Marqués de Pescara. Y es que Velázquez retrata con gran estima a los bufones. El colorido y la factura empleados por el maestro recuerdan a Tiziano, cuyas obras pudo contemplar el sevillano tanto en Italia como en Madrid. Esa sensación de atmósfera que se crea alrededor de la figura, provocando la difuminación de los contornos, será típica de la Escuela Veneciana.
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