Museo del Prado
1638
234 x 131,5 cm. Óleo sobre lienzo
1638
234 x 131,5 cm. Óleo sobre lienzo
Diego Velázquez
Existen numerosas dudas en relación a este retrato en el que se aprecia la influencia de Rubens en el colorido y el empleo de las telas. Quizá nos encontremos ante una obra ejecutada por Velázquez en los últimos años de la década de 1620, antes de su primer viaje a Italia, cuando Rubens está en Madrid. O posiblemente se trate de un lienzo retocado años más tarde a su concepción original. El caso es que el rostro de Felipe IV se asemeja a los retratos del Prado y del Metropolitan, mientras que los ropajes, la mesa y el entorno parecen más avanzados. Bien es cierto que, a pesar de la polémica suscitada, nos encontramos ante uno de los mejores retratos del monarca, en el que destaca la calidad de las vestiduras, la expresión de su rostro y la actitud casi arrogante al agarrar el bastón de mando y la espada. Se aprecian algunos arrepentimientos típicos de Velázquez en la pierna del rey, en la mesa y tras la figura. La factura empleada por el maestro va siendo cada vez más suelta, alejándose de la "dureza" de los cuadros sevillanos influidos por Caravaggio.
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