Museo del Prado
El Greco
Sintetiza esta obra todos los conocimientos pictóricos del maestro, cuyas ideas compositivas y principios de la representación de la figura humana son llevados a un último extremo. La armonía entre contenido y forma consigue un impacto emocional raras veces alcanzado por la pintura barroca. Por medio de una iluminación arbitraria consigue modelar con dramatismo cuerpos de un canon delirante. La escena se desarrolla sin apenas referencias ambientales; en la parte baja, los pastores, la Virgen y san José, en actitudes muy diversas, contemplan con devoción al Niño, de cuyas ropas y cuerpo emana la misteriosa luz que hace visible el grupo de ángeles.
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