Pinacoteca de Munich
Rembrandt
Se trata de un apunte que traduce con vivacidad el juvenil aspecto del modelo -23 años-, cuyo rostro se halla velado por una sombra transparente que confiere a los ojos una intrigante profundidad. Es evidente que el artista se autorretrata como ejercicio de perfeccionamiento, dando claras pruebas de su interés por la captación sicológica, de su inquietud por hallar nuevas formas de expresión. Técnicamente, el cuadro es una delicia; el toque crispado del pincel pone en el fondo calidades de materia que se funden con los contornos de la cabeza, integrándola en su medio atmosférico. Los cabellos crespos han sido obtenidos esgrafiando la superficie pictórica, con objeto de poner al descubierto la imprimación oscura de la tabla. El efecto de conjunto es de una sorprendente madurez.
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