Museo del Prado
José de Ribera
Demuestra el artista un constante interés por la plasmación del dolor físico o mental, representándolo en las figuras de santos penitentes o mártires. Este cuadro pone de manifiesto su complacencia por el realismo en los detalles descriptivos del sufrimiento, cuya plasmación pictórica realiza por medio de duras pinceladas que depositan un grueso de color cuyo relieve contribuye a acentuar el verismo de los volúmenes de la carne, sus arrugas y violentas contracciones. La obra constituye un prodigioso ejercicio compositivo y de estudio de las luces, Su formato cuadrado acoge la figura del santo atado al poste del tormento, superponiendo su cuerpo a las diagonales del lienzo. Los verdugos quedan relegados a los espacios triangulares laterales, sus actitudes doblegadas por el ritmo axial de la composición. En la parte baja, a la izquierda , un grupo de gentes del pueblo sentadas en el suelo ponen la nota circunstancial del suceso y, al propio tiempo, establecen con su presencia una necesaria gradación de los términos espaciales.
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