Carlo Crivelli
Se trata de una pintura sobre tabla que corresponde a la etapa de madurez del artista. La perfección de las líneas, la elegancia de las formas y la brillantez del color son características del gusto refinado de Crivelli, cuyas composiciones poseen una atmósfera cristalina y luminosa. La estilización de las figuras de la Virgen y el Niño no resta realismo a la representación, cuyo fondo está constituido por un paisaje puramente convencional. La composición incluye numerosos elementos alegóricos, como el moscardón posado sobre el pretil, símbolo de la maldad o del demonio, o las manzanas, alusión al pecado original, y el pepino, referencia a la historia de Jonás e identificada con la Resurrección, que cuelgan a ambos lados de la cabeza de María. Como es habitual, el pintor se sirve del oro para realzar los halos y la suntuosa tela del manto mariano. La tabla se halla firmada en el cartellino situado sobre el paño que cuelga del antepecho decorado con motivos vegetales en bajorrelieve.
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