Ambrogio de Predis
Totalmente leonardesco en su concepto y fórmula de realización es este cuadro. El artista, por un fenómeno de mimetismo, ha adoptado la morbidezza en el tratamiento de los volúmenes, el misterio atmosférico y hasta los rasgos de los modelos de Leonardo. La joven retratada, con sus ojos profundos y absortos, sus labios plegados en gesto inquietante, no es más que una derivación de La Gioconda. Cuadro, en todo caso, de delicada ejecución y refinado gusto, el cual revela el estrecho contacto que existía entre su autor y el gran maestro.
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