Pinacoteca de Brera
Vittore Carpaccio
La escena ha sido situada en un escenario imaginario que el pintor describe con extraordinario detalle. El santo, con indumentaria litúrgica de diácono, aparece en lo alto de un estrado, en el recinto de un pórtico o logia cuya airosa arquitectura renacentista aparece vista con impecable perspectiva. Le rodean barbudos varones, ataviados de formas diversas, que utilizan como fuentes de referencia en el curso de la discusión los gruesos libros esparcidos al pie del estrado. Al exterior del pórtico un grupo de caballeros vestidos a la moda veneciana asiste con diversos grados de interés al debate. El paisaje arquitectónico se prolonga hasta el fondo montuoso; a la derecha aparece un castillo y una especia de campanile con aspecto de pagoda, mientras que a la izquierda destacan un monumento piramidal compuesto por cuatro cuerpos –su silueta recuerda curiosamente la parisina torre Eiffel- y una gigantesca escultura ecuestre sostenida por tres columnas que forman hornacinas para albergar estatuas. Por todos estos términos se desparraman figuras de paseantes o jinetes, ataviadas a la moda oriental.
Significativo del estilo de Carpaccio es su interés por la diáfana descripción de la atmósfera, su verbo colorista y la vocación por el detalle anecdótico. Así, en el primer término, junto a la base de una columna en la que aparece la fecha del cuadro, ha situado una gallina de Indias, sin preocupación alguna por justificar la razón de su presencia en uno de los lugares más destacados del lienzo. Es éste un proceder desenfadado, regido por la ley de la fantasía y por el incontenible deseo de plasmar la belleza del escenario.
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