Galería de los Uffizi
Hans Memling
Su composición se atiene a un sistema tradicional, con la Virgen y el Niño entronizados ante una colgadura de terciopelo labrado en oro, en una estancia cerrada por un arco de medio punto del que cuelgan guirnaldas vegetales. Las ventanas que se abren al fondo, a ambos lados de la Virgen, permiten la visión de un paisaje en el que aparecen una ciudad y un lago. El ángel de la izquierda ofrece una manzana al Niño, mientras sostiene un violín con la mano izquierda; el otro tañe un arpa de delicadas líneas. Por su riqueza de detalles, merece el cuadro una observación minuciosa, a través de la cual es posible comprender el virtuosismo técnico de su autor y su dominio del espacio, plasmado con gran riqueza de términos. Como es habitual en Memling, el equilibrio compositivo, la delicadeza de los personajes y la suntuosidad del tratamiento pictórico consiguen un efecto poético de sublime calma.
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