Pinacoteca de Brera
Giovanni Bellini
El paisaje urbano aquí descrito –supuesta plaza de Santa Eufemia, en Alejandría- tiene más bien un sabor otomano, con la combinación de arquitecturas bizantinas y minaretes de numerosas mezquitas. El horizonte montañoso revela, asimismo, el desconocimiento de la realidad topográfica de Alejandría. La monumental basílica, al fondo de la plaza, presenta una fachada de tres cuerpos ante la que avanza un pórtico, elemento que el autor cambió de disposición en sucesivas fases de la realización pictórica. El templo se halla coronado por cúpulas y su estructura reforzada por curiosos contrafuertes en forma de arbotantes. La amalgama de elementos arquitectónicos pretende reflejar la realidad histórica de la ciudad egipcia en la que se sitúa el episodio: un obelisco simboliza los remotos tiempos faraónicos; la gran columna que sobresale al fondo, en la parte derecha, atestigua la dominación romana, y las mezquitas y edificios civiles que cierran la plaza corresponden a la civilización islámica. Con evidente anacronismo, Bellini crea un paisaje que pertenece a su propia época.
Las figuras que en compactos grupos pueblan la plaza alejandrina, excepto la del santo, se hallan también ataviadas a la moda coetánea de Bellini. Varones con abultados turbantes y amplias vestiduras de seda, mujeres veladas y un grupo de caballeros vestidos al modo veneciano –tras el púlpito- componen este maravilloso mosaico humano al que el artista ha añadido la representación de animales exóticos, entre ellos una jirafa. San Marcos, por su parte, lleva un manto azul y túnica roja, según un estereotipado procedimiento de descripción de los personajes sacros de la antigüedad. Sobre cualquier otra consideración, prevalece al considerar este gigantesco lienzo la apreciación del propósito narrativo –didáctico en el pleno sentido de la palabra- que guió al artista en su realización.
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