National
Gallery of Art de Washington
Edouard Manet
Manet se interesó por las figuras
aisladas, en diferentes actitudes, considerando que así tendría mayores
posibilidades de éxito. Surgen, por consiguiente, el Actor trágico y el Pífano.
Tomó como modelo al célebre actor trágico - especializado en el papel de Hamlet
- Philibert Rouvière, quien había sido también pintor, concretamente discípulo
de Gros. Por desgracia, falleció el mismo año en que Manet realizaba el
retrato, por lo que tuvo que utilizar como modelos a sus amigos Roudier (para
las manos) y Proust (para las piernas) y así poder acabarlo. La especialidad
del actor y el momento dramático en el que está representado sugieren que se
trate de una interpretación de Hamlet. Precisamente esta obra de Shakespeare
estaba obteniendo un triunfal éxito desde el Romanticismo, inspirando numerosos
cuadros de pintores, entre ellos Delacroix. El gesto perfectamente interpretado
por Manet demuestra su maestría como retratista, en la que despuntará. Manet
quiere dedicar un delicado homenaje a su pintor favorito, Velázquez, con esta
escena. La figura se recorta sobre un fondo neutro en el que no existe
separación entre el suelo y la pared, pero el actor no se eleva ni parece una
figura plana. Al contrario, la sombra que se proyecta en el suelo le da enorme
sensación de volumen y le asienta en el espacio pictórico. Esto ya lo había
hecho el genial sevillano en su Pablillos de Valladolid del Museo
del Prado, demostrando la modernidad de este artista a pesar de trabajar en el
Siglo de Oro español. Manet también homenajea al Barroco hispano cuando emplea
una gama cromática similar a las de Zurbarán o Ribera. La pincelada utilizada
es algo fluida, apreciándose cierta soltura en el rostro y en las manos. Sin
embargo, el dibujismo se apropia de la figura, que resulta muy volumétrica.
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