Galería
Borghese
Michelangelo Merisi da Caravaggio
El enorme lienzo fue encargado por
la cofradía de los palafreneros para el altar que la misma poseía en la capilla
de Santa Ana, en la basílica de San Pedro del Vaticano. La presentación de la
obra suscitó una viva polémica. De una parte, la figura de santa Ana no ocupaba
en la composición el lugar destacado que requería el pretendido emplazamiento
del cuadro; de otra, el excesivo realismo de los personajes, totalmente
desacralizados, provocó enfurecidos cometarios. El aspecto campesino de la
Virgen, la plebeyez de santa Ana y el rigor anatómico del desnudo infantil
determinaron que, finalmente, la cofradía de los palafreneros desistiera de
colocar esta Madonna en la capilla para la que había sido encargada.
La serpiente, imagen del pecado, se
enrolla en los estertores de la agonía, sobre ella gravitan –en sentido
compositivo y literal- las figuras mariana y del Niño; su acción conjunta, en
presencia de santa Ana, es de original simbolismo. El cuadro revela
perfectamente un método de ejecución basado en gamas poco extensas, que son
aplicadas con pinceladas muy ligeras, buscando por medio de veladuras transparencias
que han de producir el efecto de integración total de luz y forma.
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