Salvador Dalí
Para Dalí lo blando es lo
digerible, lo substancial, en contraposición a lo duro, impenetrable e
irreducible en principio al conocimiento. La tensión de este cuadro radica en
la densidad y el peso de la voluminosa cara desinflada sostenida por unas finas
muletas que se apoyan sobre una superficie de una frialdad espectral. Las
muletas son símbolos de la realidad, la fijación al suelo de lo real, que
mantienen en equilibrio al ser que sueña, lo inconsciente sostenido por lo
consciente. Es además signo de la tradición que mantiene vigentes los valores
humanos esenciales a través de las reacciones individuales o las revoluciones
colectivas.
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