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miércoles, 12 de septiembre de 2012

El podólogo / Edgar Degas

Museo D’Orsay


Edgar Degas

Algunas de las escenas que tuvo la oportunidad de contemplar Degas durante su estancia en Nueva Orleans fueron pasadas al lienzo por el artista, como si de un fotógrafo se tratara. Así surgen deliciosas imágenes como el Mercado de algodón, el Ensayo de la canción o El podólogo. En ésta última recoge el momento en el que la hijastra de su hermano René está siendo atendida por un podólogo. Su nombre es Josephine Balfour, fruto del primer matrimonio de su madre, Estelle Musson. La pequeña se cubre con una toalla blanca; al fondo contemplamos un precioso bodegón con una jarra, frascos de perfume y un cuenco, elementos situados sobre el mármol de la cómoda; en la pared vemos unos dibujos que podrían haber sido realizados por la niña. Igual que hará con las escenas de bañistas, Degas muestra una imagen intimista, como si el espectador se introdujera en la habitación sin riesgo de ser visto. Las dos figuras están iluminadas por la luz del sol que penetra por la ventana de la derecha, provocando multitud de efectos de sombra en los paños blancos de la sábana que cubre la silla y la toalla de Josephine. Esa sombra es una luz diferente para los impresionistas por lo que tiene un colorido especial. Incluso un pequeño toque de luz se aprecia en la calva del podólogo, acentuando así el realismo de la composición. La zona del bodegón queda más oscurecida pero se aprecia con claridad las calidades de los objetos. Respecto al color, vuelve a aparecer el contraste entre blancos y negros que tanto entusiasmaba a Manet, unido a la tonalidad verde de la pared. El efecto atmosférico de la habitación provoca que el contorno de las figuras se difumine, en una imagen cargada de autenticidad.

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