Galería Nacional de Praga
Pieter Brueghel el Viejo
Este paisaje pintado sobre tabla
corresponde a la serie los meses, que el artista ejecutó poco
antes de su muerte. Por su tema, el cuadro simboliza el mes de junio en dicho
calendario pictórico. La vista que Brueghel ofrece de la campiña en los albores
del estío se organiza de acuerdo con un esquema cromático tradicional.
Predominan los tonos ocres en el primer término poblado por un hombre que afila
su guadaña, tres segadoras, varios personajes que transportan cestas sobre la
cabeza y una mujer a caballo. El campo de heno amarillento establece la
transición hacia cotas verdeantes por las que se desparraman las casas de la
aldea. Un promontorio rocoso señala el jalón de un primer horizonte, tras el
cual emerge la línea azulada de las colinas lejanas. El simple análisis de la
estructura cromática de la composición basta para dar la medida de su
coherencia. Brueghel concibió esta obra como una sinfonía de espacios y, aunque
el paisaje sea imaginario, tratando de reconstituir fielmente la realidad
óptica. La variedad de los recursos técnicos empleados es sorprendente. Los
personajes y los objetos situados en los primeros planos reciben un tratamiento
conciso, reforzado por nítidas líneas de dibujo. Por el contrario, los últimos
planos, envueltos en una atmósfera azulada que concede al paisaje una fría
luminosidad, se difuminan ópticamente creando un convincente efecto de
distancia. La zona del río y la lejana ciudad, en la parte superior derecha,
constituye uno de los mayores logros de la pintura paisajista de todos los
tiempos.
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